jueves, 20 de marzo de 2008

El Nazareno

Pie de foto: La imagen del Nazareno está atribuida al escultor barroco Pedro Roldán. Porta una cruz de carey de Las Indias de gran valor sentimental y artístico.

Ya ha pasado el día de los José. Al menos para mi, en Irlanda, alejado de los míos, sin pena ni gloria. Y parece que los días importantes se suceden sin dar tregua a la melancolía. Esta madrugada, si el tiempo no lo impide, hará la estación de penitencia mi cofradía, la Hermandad y Cofradía de nazarenos de Animas de San Nicolás de Tolentino, Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores, San Juan Evangelista, Orden Tercera de Servitas y Santa Cruz en Jerusalén. Será la primera vez, desde que soy hermano, que pueda acompañar a "mi" Nazareno, por las calles de El Puerto o dentro de la capilla cuando San Pedro, con su lluvia, no ha querido que saliéramos.
Es inevitable el recuerdo en estos días de Semana Grande, máxime este día de Jueves Santo. Es inevitable que recuerde como mi madre me plancha con cuidado y esmero la capa, la túnica y el antifaz, y me deja los guantes a un lado, para que no se me olviden. Es inevitable recordar los nervios, aunque ya tenga unos cuantos años, antes de quedarme dormido por unas horas. Es inevitable que me acuerde del momento en que mi padre me despierta (aunque el no se vaya a dormir porque ve las procesiones en la tele), cada año a una hora por los cambios en los itinerarios. Es inevitable que recuerde que antes de irme lo penúltimo que cojo es la papeleta de sitio y lo último, la medalla del Nazareno. Es inevitable acordarme de las caras de sueño de los penitentes antes de comenzar la estación de penitencia. Es inevitable acordarse del caminar del Señor mientras amanece en El Puerto con el sonido de los pájaros primero y el de la música después. Es inevitable acordarse del gran bocata de tortilla que me como después del palizón en casa de mis abuelos. Es inevitable, lo sé, emocionarse cuando uno recuerda estos momentos. Así lo ha querido y así será. Hasta el año que viene Nazareno "mio".

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