martes, 29 de octubre de 2013

Hay que cumplir los sueños: ¡me voy a dar la vuelta al mundo!

En la vida hay que tomar decisiones, todo lo demás es dejarse llevar. Eso pensé después de estar varios años con un sueño rondándome por la cabeza que no terminaba de hacerse realidad por los miedos de la atadura al presente y el vértigo al incierto futuro. Pero hace unos meses, cuando la realidad de este país llamado España se puso frente a mí, decidí que era el momento. Mi tiempo es mi mío, mi vida es mía. Es hora de disfrutar, de aprender, de conocer, resumido en una palabra, es tiempo de viajar.

ATOMARPORMUNDO.com es un ambicioso proyecto que ponemos en marcha una pareja de periodistas españoles amante de los viajes, harta de la actual situación que vivimos los jóvenes en nuestro país. Por eso, durante un año y a lo largo de cinco continentes, hemos decidido hacer realidad un sueño y mandar todo a tomar por mundo. No se nos ocurría mejor manera de hacerlo que dejar lo cotidiano, colgarnos nuestras mochilas y descubrir nuevos países, culturas y ciudadanos de nuestra misma Tierra.

En esta web iremos contando nuestros pasos por los países que visitemos y, sobretodo, añadiremos información práctica que puede ser de gran utilidad. Lo haremos con buenas letras, bonitas fotografías y vídeos baratos (pero interesantes).






martes, 17 de septiembre de 2013

Turismo fluvial, el placer y la libertad de navegar por los ríos




El turismo fluvial está de moda. Encima es asequible y fácil de usar. Así que, ¿por qué no una escapada por algunos de los miles de kilómetros de canales que hay por Europa para este final del verano y principio de otoño con temperaturas tan agradables? Aquí va el plan.



Para ser sinceros yo hace un año no sabía mucho de él, pero gracias a una amiga, lo estoy descubriendo como una forma de viaje muy atractiva. La empresa, DAN FLUVIAL, la más experimentada y, a diferencia de la mayoría, la única que atienda desde España y en español, es una agencia especializada en turismo fluvial y alquiler de barcos en ríos y canales de Francia y Europa sin la necesidad de permisos de navegación. Es decir, esta compañía ofrece la posibilidad de descubrir la Bretaña francesa, el Canal du Midi, Aquitania, Lot Borgoña, la mágica Venecia, centroeuropa, etc. con un barco alquilado con el que tú mismo puedes navegar sin más condiciones que las ganas de relajarte, explorar y disfrutar.  




Los países que pueden visitarse con esta fórmula de viaje son Francia, Italia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Bélgica, Holanda, Alemania,República Checa o Polonia, entre otros. Y las opciones, miles. Turismo gastronómico, por plena naturaleza, posibilidad de alquiler de barcos para la pesca de salmón salvaje o, simplemente, a tú aire para hacer cada día lo que te apetezca. 




Un plan muy versátil para hacer en familia, incluso con los más pequeños de la casa, con amigos o como escapada romántica que además permite la posibilidad de hacerlo durante un fin de semana, una semana o mucho más tiempo. Y por el precio, lo mismo que yo me preguntaba, no se asusten. Podrán encontrar chollos desde 400 euros un fin de semana o 800 euros la semana completa con barcos con capacidad para 3-5 personas. Y está todo incluido, las habitaciones de este particular hotel flotante, la cocina para prepararse cualquier producto de la zona, y la cubierta, por si le apetece una copa por la noche bajo las estrellas.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Mallorca, destino veraniego en 'El Público aventurero'

Este viernes, aprovechando los últimos días del verano, hemos viajado a la Isla Mayor de las Baleares, Mallorca. Playas para todos los gustos, calas para soñar, pueblos de interior con todo el encanto, gastronomía exquisita y ocio ¿Os apuntáis a este viaje? 

Si quieren escucharlo, pueden hacerlo a través de este enlace en la radio a la carta y buscando el día 14 de junio en el calendario AQUÍ. Otra forma de viajar... escuchando, imaginando y soñando. (Día 6 de septiembre a partir del min. 105)




Pueden escuchar la sección de viajes El Público aventurero en el programa El Público de Canal Sur Radio (de 16 a 19 horas) con Jesús Vigorra los viernes a partir de las 17.45 horas a través del dial en toda Andalucía y en todo el mundo por la radio on line en www.canalsur.es

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Día 18, 19, 20 y 21: Regreso a casa, Bangkok-Dubai-Berlín-Málaga-Sevilla



Tocaba el fin. El viaje, en mayúscula, empezaba a entrar en el tiempo de descuento. Era el momento de terminar de saborear el país que nos había acogido durante tres semanas. Todo lo que ahora sumáramos a nuestros sentidos sería más fácil de recordar cuando la nostalgia nos pillé allá cuando las nieves de invierno con abrigo, bufanda y una estufa calentita.




Antes de marcharse de la capital del caos decían las guías, incluidas las menos turísticas, que era obligado ir, por enésima vez en nuestra estancia, a un mercado. Para cambiar y alejarnos del bochorno de las calles de la capital optamos por una opción a caballo entre el mercadillo español tradicional, para que se hagan una idea, pero bajo techo, es decir, dentro de un centro comercial. Esa traducción casi inentendible se llama MBK y además de todo ello cuenta con una planta dedicada en exclusiva a la gastronomía internacional. Pero no era éste un epílogo para un viaje. Por eso decidimos encorajarnos para enfrentarnos de nuevo a Bangkok poniendo rumbo a la torre más alta de Tailandia, Baiyoke Tower, para ver el atardecer a 304 metros de altura. Ahora sí, fin del primer acto.



El segundo acto arranca muy temprano. Empieza un día eterno que se inicia en Bangkok continúa en Dubai y termina en Berlín. Dubai, la extensión antagónica de este viaje por los caprichos de las conexiones aéreas es, podríamos decir de forma breve y concisa, sorprendente. La sorpresa es la palabra que acecha en el consciente desde que una persona pones sus pies en este estado que conforma  (junto con otros seis) los Emiratos Árabes Unidos. Sorpresa por llegar en medio del desierto y no morir en el intento; sorpresa por, tras recorrer kilómetros de asfalto sin más, llegar a encontrar una ciudad de medidas gigantescas; sorpresa por subir al cielo (construido del mundo), el Burj Khalifa, a más de 800 metros de altura (si quiere visitarlo le recomiendo que reserve con antelación porque se puede ahorrar casi 50 $); sorpresa por ver a algunos trabajadores extranjeros seguir construyendo esta enorme mentira a 48 grados centígrados a plena luz del sol a las tres de la tarde y, para más inri, siendo alguno de los trabajadores musulmanes y estar en pleno mes de Ramadán; sorpresa por perdernos, con mapa incluido, en el centro comercial más grande del mundo (con gigantesco acuario incluido), el Dubai Mall; sorpresa porque todo aquello exista.




Y no se olvida tan pronto. Ni con aire acondicionado y poniendo kilómetros de por medio, pero el viaje continúa. En esa misma madrugada nuestro avión sigue ganándole distancia al mapa para acercarnos a nuestro hogar. Ahora la parada es bien distinta, Berlín, capital cultural y económica de la Unión Europea y lugar de tantas cosas. Por suerte, para no desafiar más a mi maltrecho cuerpo, ya conocía esta ciudad, y el ritmo fue de paseo tranquilo para refrescar los hitos monumentales e históricos con que cuenta la ciudad: muro de Berlín, Puerta de Brandenburgo, Unter den Linden, Parlamento, Isla de los museos, Alexandreplatz, etc.  



Penúltima parada. La siguiente ya está más cerca. Aeropuerto internacional de Málaga. Intentamos coger un tren hasta Sevilla pero están todos llenos. Nos vamos a la cercana estación de buses. Tenemos suerte. En media hora, el tiempo de tomarnos un bocadillo de tortilla, anhelado por nosotros, llegará el autobús que nos conducirá a Sevilla. Antes de que las maletas se acerquen al armario ya estamos soñando con nuevos destinos. Acaba de empezar otro viaje.



Entre Bangkok, Dubai, Berlín a 23 de julio de 2013.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Día 16 y 17: Ko Tao, la guinda al pastel



Para (casi) acabar nuestro completo viaje por Tailandia tan solo nos faltaba un buen remate final, Ko Tao, que cerrara el círculo perfecto y de paso nos quitara el amargo sabor de Ko Samui.




Todo lo bueno se hace esperar. Lo digo por el tiempo, en concreto las dos horas de barco (600 bath) que no dejaría de ser uno más si no hubiera sido por el tremendo oleaje que nos acompañó y que convirtió la cubierta del barco en una pista de patinaje no apta para cobardes.




Llegamos al Hotel Buddha View Resort, especializado para buceadores, como casi todo en Ko Tao, considerada como una meca de estos deportistas por sus aguas transparentes y cristalinas. Estábamos cansados y tocó la siesta del membrillo, para los que no la conozcan, la mejor variedad, la que se hace justo antes de almorzar. Un poco de playa y, aunque parezca mentira, nuestro primer atardecer. Los días, aunque siempre calurosos, están nublados por las cosas del tiempo (aquí estamos en su invierno) y jornada tras jornada se nos resistía. Hasta hoy…hasta que lo vimos en Nang Yuan Terrace.




El segundo día nos tocaba algo imprescindible en esta isla, un tour de snorkeling por varios puntos: Thiang Og bay, en búsqueda de tiburones que nunca llegaron, Tanote Bay, con grandes corales y peces de colores, Gluay Ten Bay, donde sí que encontré a Nemo y, por supuesto, Ko NangYuan, una diminuta isla frente a Ko Tao en donde el paraíso cobra su nombre.




Como decía al principio, todo lo bueno suele tardar en llegar. También el buen pescado en la mesa. No llegaba el que me satisficiera del todo, el que recordara para siempre, hasta que la famosa barbacoa del Buddha View abrió sus puertas. Sobre el hielo, casi moviéndose aún estaba el pequeño atún que a la brasa del carbón iba a hacerme el hombre más feliz del mundo por unos instantes, y por solo 150 bath. Exquisito, lo último; inolvidable este rinconcito en el mundo.




 En Ko Tao a 18 de julio de 2013.

viernes, 30 de agosto de 2013

Día 14 y 15: Ko Samui, poco más

Último despertar frente al paraíso en Ko Phi Phi. No hay carreteras en la isla y el servicio de transfer desde los bungalows hasta el puerto (5 minutos a pie) lo hacen a la vieja usanza, llevando los trabajadores las maletas en una suerte de portaequipajes con ruedas.




El viaje a Ko Samui, nuestra próxima parada, esta vez en el otro lado del mapa, en el Golfo de Tailandia, es largo. Primero barco (2 horas), después bus (3 horas) y por último barco (2 horas). Lo ideal es comprar un “joint ticket” (ticket conjunto) y así va todo rodado, además de no aumentar mucho el precio.




Nada más llegar al puerto, ya se vislumbra que la tercera isla más grande del país tiene poco de los atributos que se esperan de un territorio insular: ni tranquilidad, ni relax, ni casi belleza. O sería que el humo de los coches no me dejara apreciarlo…




Dormíamos en un lugar muy bonito, a orillas de Silver Beach en el hotel que lleva su nombre, Silver Beach Resort. Para mí las cosas la hacen la personas y no era los propietarios ni trabajadores lo más florido que se despacha en simpatía y servicio. Así que en conjunto, nuestra estancia en Ko Samui fue solo eso…y poco más.



No es preocupante, de hecho es parte del diario del viajero. El turista se afana en que todos sus días sean magníficos, medidos al milímetro de la perfección, sin lugar a la improvisación de los turoperadores. Para los mochileros, la vida corre de otra manera. Hay día buenos, otros mejores. También hay jornadas en las que hay que arreglar papeles que no hicieron otros por ti, o llevar la ropa a la lavandería. Al final todo tiene su aquel.



En Ko Samui a 16 de julio de 2013.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Día 12 y 13: Ko Phi Phi, destino estrella



No suena el canto del gallo. Entre lo verde se escuchan ramas caer, grillos y otros estridentes sonidos. Es hora coger uno de los muchos barcos que nos tocan. La primera parada es, casi imprescindible para el viajero, Ko Phi Phi (os dejo enlace a una página muy completa de la isla).




Este destino, estrella entre todos los turistas, es un reguero de personas que a su vez trae aparejado todos los problemas que crean las multitudes.: suciedad, alboroto, desnaturalización, contaminación, etc.  Pero claro, ¿qué tiene esta isla que todos quieren venir? En esa duda no quería quedarme y en esas estamos. He viajado para en cada paso saber menos por conocer más…


Sin duda, la llegada, un equilibrio imperfecto entre la apabullante naturaleza y el desmadre humano del turismo, ha sido impactante. Pero conforme ha ido pasando el día y los visitantes marchaban de vuelta, la supremacía natural ha ganado. Phi Phi Dom, la mayor de las islas que forman el archipiélago y la única donde se puede pernoctar, me está conquistando. Mucha culpa la tiene las vistas que tengo a pie de orilla (literal) desde mi bungalow de PP Nice Beach Resort. Otro, sin duda, la grande del medio ambiente sin gente, al menos, sin tanta gente.




A esta hora, cuando ya es noche cerrada, admiro su belleza pero también reflexiono de su fuerza, su garra, su potencia, esa que castigó en 2004 con un tsunami a tantos miles de personas y dejó un recado, posiblemente olvidado (solo quedan varias señales de evacuación) a los tiburones que andan a sus anchas por las ciudades. 



En Phi Phi Dom a 13 de julio de 2013.

lunes, 26 de agosto de 2013

Día 11: Ao Nang, las fotos que vi algún día

Amanecimos en la ciudad equivocada, Hat Yai. Una rata cruza la recepción de la pensión. La señora propietaria abre la puerta, como sino hubiera pasado nada. Sale en busca de un tuk tuk. Llegamos, junto a dos holandeses a los que habíamos conocido la noche anterior, a la estación de autobuses para coger el perceptivo bus a Krabi (187 bath, 2ª clase, sobre 4h 30 minutos).




Efectivamente después del trayecto llegamos donde decía el ticket, a Krabi, pero nuestro hotel estaba más allá, a 20 kilómetros, en Ao Nang. Las artimañas tailandesas nos obligaron a pagar 100 bath por persona  por un transporte que cuesta poco más de 60 bath y para colmo no nos dejó en el hotel elegido, Chaba (Vasana) bungalows. Pero eso pronto se olvida…




A los pies de un gran risco se abre paso una vegetación exultante. Parece imposible que entre esta espesa vegetación quepa un pequeño hotel, pero así es. Habitaciones de bambú y madera, frágiles, humildes pero maravillosas. Suficiente para estar en la gloria. Regentado además por una pareja agradable de una tailandesa y un francés que se enamoró de ella y del lugar que nos recomendó. Una pequeña playa privada que hay escondida detrás de un montículo al final de la playa urbana del pueblo. Fue nuestro bautismo con estos paisaje imposible. Acabamos de celebrar el principio de comienzo. Y para brindar fuimos a uno de los restaurantes clásicos recomendables, el Ao nang Cuisine. 





En Ao Nang a 11 de julio de 2013.

sábado, 24 de agosto de 2013

Día 10: Aprendiendo la cocina tai (Baan tai)



Uno de los placeres de un viaje a Tailandia pasa, obligatoriamente, por la comida. Los tailandeses disfrutan con su rica y heterodoxa gastronomía, suma de culturas. Después de probarlo en sus miles de puestos callejeros y restaurantes, queríamos tener el placer de ser nosotros los que nos pusiéramos delante del wok y los fogones. Esta actividad, bastante extendida en el país, puede repetirse en cualquier escuela de cocina de las muchas que se reparten en las principales ciudades turísticas.


Acertamos con una de las propuestas que hacía la Loonly Planet, la escuela Baan Tai (700 bath ½ día – 900 bath 1 día completo). Primero una visita guiada, muy acertada, al mercado. Después explicación del proceso y los ingredientes y a cocinar. María José y yo nos separamos con la idea de hacer platos diferentes y a la vuelta poder deleitar a nuestros invitados con más exquisiteces tailandesas. La prueba salió más que victoriosa y además de poder comernos nuestros propios platos (Pha tai -os dejo un enlace a la receta en vídeo, sopa de coco con gambas, rollitos de primavera, curry, arroz en alguna de sus muchas variantes…), podemos decir orgulloso que estaban ricos.


Casi sin hacer la digestión pusimos rumbo al sur. Empezaba así un nuevo viaje, a las islas. Hay varias formas de llegar desde el norte hasta el sur: tren a Bangkok y después a las islas (14 horas + 10 horas), bus (más horas todavía) o avión. Lógicamente volar a Phuket en verano es una opción cara pero existen alternativas (casi siempre con Air Asia, la compañía de bajo coste asiático), llegar a Hat yai, un importante nudo de comunicaciones, con un aeropuerto que está a 3 horas de Krabi, un buen lugar para empezar a conocer las playas que dan al Mar de Andamán. En esta ciudad insípida, Hat Yai, se suma que en 2005 explotaron tres bombas a manos movimientos insurgentes musulmanes del sur de Tailandia, pero ninguno de los dos factores debería parar al viajero si con ello se ahorra un importante dinero.


En Hat Yai a 10 de julio de 2013.

viernes, 23 de agosto de 2013

Día 8 y 9: La jungla tailandesa nos espera



María José y yo nos despertamos con energía. Llega uno de los momentos más esperado del viaje, un trekking de dos días por el Parque Nacional de Doi Inthanon, donde se encuentra el punto más alto del país con 2.590 metros.


La ruta la organizan varias agencias de la ciudad (el precio varía entre los 1400-1800 bath) y verdaderamente merece la pena. Todo cambia según el tiempo pero la cosa suele ser así. Empezamos con un paseo en barcas de bambú para entrando poco a poco en la jungla tailandesa. A partir de aquí comienza la desconexión con el wifi, con la ciudad, con el mundo.


Tres horas de caminata a cualquier parte. Solo nosotros, un pequeño grupo de 10-12 personas. No nos cruzamos con más turistas; si acaso algún local trabajando en el campo. Paisaje espléndido, lluvia torrencial, bancales de arroz a nuestro paso, animales y animalitos (búfalos, tarántulas, etc.), árboles que no existen en nuestro conocimiento (piña, papaya, etc.) y la satisfacción del contacto con la naturaleza.


Tras el esfuerzo, toca dormir en una aldea perdida, Nongmogtha, me escribe en un trozo de papel mojado nuestro guía, Rambo (su nombre de guerra en la jungla, me dice). Cenamos con el frescor de la montaña una rica comida preparada por los habitantes del lugar, charlamos entre todos (alemanes, belgas, canadienses, ingleses, un brasileño y otros dos españoles), dormimos sobre unas casitas hechas de caña de bambú y al día siguiente, llegamos a la cima.


No es la que se imagina, la de la montaña. Es una cima más sentimental, la de, imagino, casi cualquier iluso. Galopamos entre árboles y surcando las aguas de un río sobre el animal sagrado, el elefante, “chang”, como ellos los llaman. Volamos despiertos sobre su ruda pero enternecedora piel. Tocamos la grandeza de la naturaleza a su lado.

En Chiang Mai, 8 y 9 de julio.

martes, 20 de agosto de 2013

Día 7: Chiang Mai, la capital del norte

Anoché me acosté escuchando la “Macarena” de Los del Río, que sonaba en el coche cafetería del tren cama que nos llevaba de Ayutthaya a Chiang Mai. Después de eso, que no era una mala pesadilla, dormí plácidamente hasta llegar a las 8 de la mañana a la capital del norte.





La ecuación es proporcional con respecto a Bangkok, a mayor distancia, calles más ordenadas, aceras expeditas, locales más tranquilos y menos maleados, zonas verdes… en resumen, un buen lugar para pasar unos días. Nosotros lo haremos con un plan muy completo teniendo nuestro cuartel general en Panda House, un hostal humilde pero regentado por una familia de lo más acogedora.



Hoy, por cierto, es domingo en Chiang Mai, día grande. Es el momento de montar en el casco antiguo, que está separado por un perímetro de restos de muralla, el mercado dominical. No soy de mercados, ya lo sabéis,  pero es verdad que éste me ha entretenido más tiempo de lo habitual. Merece la pena darse una vuelta para descubrir artesanía, buenos puestos de comida callejera y rarezas varias. Entre tantos, no dejen de pasarse por el puesto que tienen los amigos del “proyecto de ayuda a personas con discapacidad”. Os ayudará a entender mejor como es la mala vida y sus dificultades de estas personas en los países en vía de desarrollo.



Antes también vimos templos, por supuesto, unos pescaditos se comieron nuestros pies y comimos el que dicen que es el mejor curry de la ciudad, el del Aroon Rai. Desde 1957 poniéndole picante a la vida…





En Chiang Mai a 7 de julio de 2013

domingo, 18 de agosto de 2013

Día 6: Ayutthaya, ruinas de parada obligada


Cada kilómetro que me separa de Bangkok me hace más feliz. En concreto hoy me siento 86 kilómetros más a gusto, justo los que separa la tranquilidad de Ayutthaya de la capital. Esta ciudad, de no más de 80.000 habitantes, tuvo el honor de haber sido la capital del antiguo Reino de Siam (1350-.1767) y aun mantiene algunos vestigios de tiempos pasados.




Para llegar se puede optar por una excursión de un día desde Bangkok (400-600 bath) o hacerlo por cuenta propia, que es bastante sencillo, ya sea en tren (65 bath y poco más de una hora) o bus (algo más complicado aunque más rápido). Una vez aquí, resulta casi obligado alquilar una bici (100-200 bath – día). Nosotros no lo hicimos y nos arrepentimos durante algunas horas.




La distancia entre templos es grande y el calor, asfixiante. Aún así nos armamos de valor y fuimos a descubrir el pasado tailandés. A la vuelta, cuando el calor nos ganó, regateamos, ese verbo omnipresente en este país, para coger un taxi que nos llevara al Centro de Estudios Históricos de la Ciudad (100 bath), pequeño pero muy interesante. Tras la parte cultural, tocaba reponer fuerzas y lo hicimos en un santuario para los mochileros en esta ciudad, el Tony´s place. Buena cocina, buen precio, buen lugar. Y a la estación que nos esperaba un tren nocturno rumbo al norte, a Chiang Mai (10 horas – 400-700 bath dependiente si se opta por un asiento o cama en litera. La alta vale más algo más barata).




En Ayutthaya a 6 de julio de 2013



viernes, 16 de agosto de 2013

Día 5: Gran Palacio, 10.000 metros cuadrados de ensueño



Realmente esta crónica amanece en la tarde de ayer. La noche cayó mientras veíamos a lo lejos el Wat Arum, un templo muy particular, y el Wat Po, que dicen de él que es uno de los templos modestos de la ciudad pero igualmente sorprendente. Lo que más, tal vez, su gigantesco buda reclinado de 46 metros de base y 15 de alto recubierto de pan de oro y que representa su paso al nirvana y su muerte. 




Y para que la visita sea de ensueño, podéis entrar (dentro del recinto) en el Centro Nacional para la enseñanza y preservación de la Medicina Tradicional tailandesa donde, dicen, dan unos masajes fabulosos, aunque algo más caro que en el resto de la ciudad. Nosotros optamos un gabinete al lado de nuestro hotel (180 baths / 1 hora) en el que le pusieron toda la pasión del mundo, con todas las letras, a esta milenaria tradición tai.



Pero el final, que es el principio, se llama Wat Phra Kaew y Gran Palacio. Una maravilla arquitectónica de más de 10.000 metros cuadrados que os llenará la visita de gran parte de la mañana por su extensión y sus innumerables detalles (entrada 500 bath). Hay que vestirse para la ocasión (los templos son lugares sagrados) y estar atentos a los espabilados carteristas. Y, sobre todo, admirar.




En Bangkok a 5 de julio de 2013.

jueves, 15 de agosto de 2013

Día 4: Bagkok se vende


Krungthep Mahanakhon Bovorn Ratanakosin Mahintharayutthaya Mahadilokpop Noparatratchathani Burirom Usomratchanivetmahasathan Amornpiman Avatarnsathit Sakkathattiyavisnukarmprasit. Es el nombre oficial de la ciudad que, resumido, quiere decir “Ciudad de los ángeles”, pero para el resto del mundo se quedó el nombre que conocemos porque esta gran urbe se fundó sobre una pequeña aldea llamada Bang Makuk (lugar de ciruelos). Lo de los ángeles sería antes. Ahora Bangkok, es otra cosa. Ciudad caótica, loca, sucia, con un olor fuerte que impregna a todo y a todos y con mercados callejeros que no dejan un milímetro libre al paseante. Bangkok, se vende.



Los mercados callejeros tienen todo tipo de exquisiteces: comida, refrigerios, ropa, tecnología, pilas, copias de llaves, libros, amuletos y todo lo que piensen. No hay tregua. El puesto de pha tai (plato estrella nacional) da paso al puesto de pescado frito y este al de amuletos de la suerte. Los tenderos del mercado nocturno cogen sitio a la puerta de la ferretería para montar, como si tal cosa, un restaurante efímero allí mismo. Es, a pesar de todo, francamente alucinante.


Para inaugurar este ciudad confusa, incoherente y enmarañada ciudad, escapamos del asfalto y nos montamos en un típico barco de popa larga para descubrir la vida en torno al río. La experiencia bien merece la pena. Si solo quiere darse una vueltecita rápida, puede coger alguno de los ferries locales, más baratos. Todo simplemente diferente.


En Bangkok a 4 de julio  de 2013