Si la sempiterna es si
fue antes el huevo o la gallina, lo que está claro es que para esa época Atenas
ya llevaba varios siglos dándole forma a la civilización. De algo les sonará
los conceptos música, lógica, arquitectura o la tan denostada democracia; todos
tuvieron sus inicios en la antigua Ática.
Para llegar a Atenas
desde España, la mejor forma de hacerlo (y normalmente la más barata) es volar
con Vueling desde Barcelona. Eso fue precisamente lo que hicimos,
arrancar de forma “mediterránea” nuestro viaje antes de llegar a Grecia. Con
unos viejos amigos de aventura, Enric y Suso, compartimos Diagonal, Gaudí,
Gracia, cervezas y risas.
El feliz pero siempre
incómodo “Vueling” llegó a la hora prevista. Desde el Aeropuerto internacional Eleftherios Venizelos hay tres formas
de llegar al centro (plaza Syntagma): en metro (8 €), en bus (5 €) o en taxi
(no más de 30 €). Precios estratosféricos a los que, suponemos, debemos achacar
a la tan visible crisis que sufre este país y que de alguna manera de salvación
se repercute al turista.
Nuestro viaje a una historia de más de 6.000 años comenzará mañana. Antes, descansaremos en nuestro correcto y económico Hotel Crystal City, una de las mejores opciones si tenemos en cuenta el baremo de la calidad/precio en una ciudad que está atestada de buenos y malos hoteles.
En Atenas, a 5 de julio
de 2012