jueves, 14 de octubre de 2010

Día 5: Brindis por Menorca y su 'Jaleo'



Se acerca el final de las vacaciones y hoy es día de ir recopilando visitas que hemos ido dejando en el tintero. Primero Torralba d´ en Salort, un antiguo poblado Talayótico (talayot es una construcción megalítica balear de pequeña cuya función era defensiva y sus orígenes se remontan se remontan a la cultura talayótica (hacía 1.400 a.C.). Tras ver las piedras del pasado, y pasar por Cala en Porter, admiramos las piedras del presente en Binibèquer, una urbanización construida en 1972, imitando un coqueto y minimalista (por el tamaño de las calles, escaleras, etc.) poblado marinero que compitiera con las mega construcciones que comenzaban a hacerse por esa época.



A la hora de comer llegamos a Mahón, epicentro por estos días de la fiesta en la isla ya que celebran las Festes de Gràcia. Un almuerzo frente al puerto, el de mayor extensión natural de Europa, en Ca´ Nito (correcto con buena relación calidad precio respecto a la competencia, pero no barato).


Y tras la comida, la fiesta. El Jaleo, como ellos llaman al momento culminante, es el punto de encuentro del caballo, animal totémico en la isla durante siglo, y el hombre. Antes de este Jaleo (los ciudadanos jalean al caballo para que eleve sus patas delanteras) es el turno de la Qualcada (desfile ecuestre), en este caso conformado por 158 jinetes de Mahón y alrededores. Abre el cortejo la fabioler, con burro ella, y tras ésta los preciosos ejemplares de raza menorquina. Para cerrar el desfile, curioso, el Caixer Capela, el cura a caballo, y el Caixer Batle, Viçen Tur, alcalde de la villa, que en una pequeña conversación mantenida con él, me aseguró que lo saber montar a caballo no iba en el cargo de regidor, hay que aprenderlo, decía, por tú cuenta y, sobre todo, riesgo. Y por último, para brindar por estas fiestas y estos días, nada mejor que un buen vaso granizado de pomada. Ya saben, Gin Xoriguer y limón.



En Menorca, a 7 de septiembre.

lunes, 11 de octubre de 2010

Día 4: Arena, sal y barros

Si el primer día estuvimos en el cabo de Cavallería, hoy hemos ha vuelto a estar muy cerquita., en la playa que recibe el mismo nombre. Conocida y reconocida, en esta ocasión, y por ser septiembre, no estaba repleta, pero la belleza singular y sus barros, le hacen ser una de las preferidas del norte. Como buen hijo de vecino, fui con mi hermano y mi madre a trasformarnos en beduinos. No fue lo único, también disfrutamos de los fondos marinos y sus pescaditos.



Tras la siesta, siempre debe haber, aunque sea en un viaje, pusimos rumbo al punto más alto de la isla, el monte Toro, (361,6 metro). En su cima se encuentra el Santuario de la Mare de Deu de Toro (no había conocido antes una virgen con esta advocación), patrona de Menorca. Cuenta la leyenda que fue encontrada en el siglo XIII por unos monjes que vieron a un toro parado frente a un resplandor. El remate, desde este punto, es ver esconderse el sol tras los huertos, los prados y los bosques que mueren en el mar. Lo intentamos, pero las nubes este día no nos dejan.



Antes de llegar a Es Mercadal, un pintoresco pueblo que se encuentra equidistante entre Mahón y Ciutadella para reparar fuerzas visitamos Santa Galdana, una urbanización al estilo levantino cutre pero situado junto al majestuoso barranco d´ Algendar. Todo lo hermoso del paisaje se lo cargan los luminosos y moles de hormigón que lo rodean. Una lástima, pero por suerte, de las pocas excepciones de la isla.



En Menorca, a 6 de septiembre.

jueves, 7 de octubre de 2010

Día 3: Navegando por el sur de Menorca

El agua es el denominador común de toda isla que se precie, y hoy pretendíamos hacer uso de ella durante toda la jornada. Sobre ella fuimos navegando en un barco preparado para la ocasión que sale desde Ciutadella (hay dos empresas que realizan excursiones, Menorca Blava, la que elegimos creo con acierto, y Fiesta. Parten a las 10 horas, con regreso a las 17 horas, e incluyen paella y bebida, y en ambos casos el precio es de 40 euros).


Lo primero que pudimos ver es el cabo Artrutx, el punto más cercano de la pequeña isla respecto a su hermana mayor, Mallorca. Después observamos acantilados, a lo lejos playas de arena fina y como no, el agua, el gran protagonista, en todas las tonalidades, azul, celeste, turquesa…



Y para disfrutar del líquido elemento, realizamos el primer atraque en la playa de Son Saura. Si no están acostumbrados a estos colores, como nosotros, pasarán la mitad de la parada haciendo infinitas fotos y recogiéndose la baba, la otra mitad, en bañarse. Después de la rica paella, y tras dejar a un lado los bosques de pinos que se mimetizan a la perfección con la línea de costa, llegamos a Cala en Turqueta y a la “joya de la corona”, como conocen por aquí a Macarella (más famosa ahora si cabe gracias al anuncio de Estrella Damm rodado en este cala – Mediterráneo-). Son muy similares, una, la primera, más tranquila, la otra, la segunda, más ajetreada.



Para terminar el día acabamos en Fornells, a en el norte, a diez kilómetros de nuestro hogar menorquín. Obligatoriamente hay que dar un paseo por su puerto, visitar la torre, sobre todo por las vistas que se divisan desde ese punto, y si el bolsillo se lo permite, probar una caldereta en uno de los sitios recomendados por casi todas las guías de viajes. Como ya lo habíamos probado nos fuimos a una gran terraza, la que tenemos en caa y allí el menú fue pizza, ensalada y fruta. Y las vistas, en este caso, inmejorables.



En Menorca, a 5 de septiembre.

lunes, 4 de octubre de 2010

Día 2: Encontré el paraíso, se llama Cala Pregonda


En nuestra agenda imaginaria, poco precisa y flexible por eso de ser tiempo de descanso, hoy habíamos apuntado “día de playa”. Menorca tiene más de 100 playas y calas a lo largo de su amplio litoral, muy turísticas, vírgenes pero turísticas y, casi ninguna, virgen y desconocida, a pesar de que, por suerte, para acceder a ellas hay que hacerlo a pie, en bici, en barco o en caballo.


En el norte, a un paseo de unos treinta minutos de Binimel-lá, está la cala, de nombre Pregonda que recibe de un pequeño montículo de tierra que se asemeja a un monje rezando. Al lado, al este, esta la playa, y a su derecha, mirando al mar, la cala. Las dos son de arena gruesa, aguas cristalinas y alguna roca con un bonito fondo marino para entretenerse buceando. Pero si esto es ya de por si una maravilla, la composición se completa con el entorno de pequeñas montañas salteadas de pinos que hay que atravesar para llegar hasta allí por un antiguo camino de caballos. Como me dijo un amigo catalán que viene mucho por esta tierra: “es un paisaje de otro planeta”.


Después del perceptivo baño de agua dulce, primero en la piscina y, luego, en la ducha, nos dirigimos a Ciutadella, la segunda ciudad más importante de la isla, situada al oeste de la misma. Hasta la llegada de los ingleses, si no recuerdo mal allá por el siglo XVIII, Ciutadella fue capital en detrimento de la actual Mahón. El pequeño pueblo marinero es resultón a primera vista, enamora. Por un lado el puerto y sus atraques, que se sitúan casi en el centro de la villa; por otro los restos de muralla; en otra parte, bien colocado, el ayuntamiento y la desproporcionada catedral; súmenle a eso un bullicio controlado por sus calles, pequeños detalles que no deben dejar escapar (la edificación y los remates al estilo menorquín, en pomos, ventanas y puertas, la cabra de la Legión en una columna antes de llegar a la plaza Nueva, los arcos encalados que conforman los soportales, etc.) Y para quien guste, tiendas a docenas, vendiendo abarcas. Para comer, si tienen paciencia, y algún fondo en la cartera, el Baleares. Una opción más económica y con buena calidad precio es el Tritón.

En Menorca, a 4 de septiembre de 2010.