jueves, 29 de septiembre de 2011

Atacama, la magia de lo imposible (3ª parte)



A 90 kilómetros de San Pedro y a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar están Miscanti y Miñique. Ambas son alimentadas por fuentes de agua que vienen desde la superficie de la tierra. En su interior se reflejan las cordilleras nevadas. La majestuosidad máxima se alcanza en este punto, en el que se unen las dos lagunas.




Antes de llegar hasta aquí, también en parte del Parque Nacional de los Flamencos, hay que pasar por la Laguna Chaxa. A primera hora, cuando el frío todavía cala los huesos, los flamencos buscan los primeros rayos de luz para encontrar su alimento. Con la paz del entorno y la belleza de estos animales, se alcanza una serena calma.




La ruta, de unas siete horas (salen en torno a las 7 de la mañana para regresar a las 14 horas), hay ocasiones en la que se puede demorar, como fue nuestro caso. Pongamos por caso que se estropea el microbus... Solo queda reírse y aprovechar los momentos. Para desquitarnos ya llegará la patasca que nos sirve Carmen en su restaurante Las Delicias de Carmen, uno de los mejores de San Pedro de Atacama y con buenos precios.




Por la tarde, con el potaje de maíz todavía casi en el paladar, tocaba ir a Marte. El Valle de la Luna lo es. Es como ser un territorio extranjero en la propia Tierra. Está formado a lo largo de milenios por la erosión fluvial y eólica, las que han tallado su suelo en formas tales como: crestas con puntas, hondonadas, montículos y muy poca flora y fauna. Un lugar que por algo fue declarado Santuario de la naturaleza en 1982; porque es único, casi milagroso a los ojos de un ser humano de los habituales que viven en este planeta.




En San Pedro de Atacama, a 25 de septiembre de 2011.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Atacama, la magia de lo imposible (2ª parte)



La excursión que elegimos para el día siguiente, técnicamente no puede decirse que sea agradable, aunque sí extremadamente bella. Los Géiseres del Taito, a casi 100 kilómetros de San Pedro (2 horas y media) es un campo geotérmico de origen volcánico que da lugar a chorros de agua y vapor que brotan desde el interior de la tierra. El espectáculo natural tiene su apoteosis al amanecer y para ello, por tanto, hay que empezar la excursión a las 4 de la madrugada. La temperatura tampoco es ideal, - 10 ºC marcaba el termómetro en la entrada del parque natural (5.000 pesos chilenos la entrada general y 2.500 para estudiantes). Y la altura es el otro handicap, 4.320 metros en su punto más alto, y no fue el caso, pero si la puna (término que aquí se emplea para referirse al mal de altura) dice de aparecerse, a resguardarse.



Además del agua, la guía de viaje y todos los útiles necesarios, no hay que olvidar la toalla y el bañador. No nos hemos vuelto locos. A pesar del frío, en particular a la hora que me metí el termómetro marcaba - 5 ºC, la sensación del helado ambiente en comparación la cálida agua de la terma, hacen que sin pensárselo dos veces haya que hacer este particular esfuerzo.



Una vez recuperados, la ruta continúa hasta Machuca, una pequeña aldea en donde están empadronados medio centenar de personas pero en la que nunca coinciden más de siete a la vez. Este pueblo atacameño vive por y para el turismo y de las empanadas de queso de cabra, los anticuchos de carne de llama (brochetas) y la artesanía local. No conozco el sur, pero un chileno del que me hice amigo en el tour me comentaba que la gente del norte si que saben sacar provecho de los visitantes, además de hacerlo de forma sostenible, al menos hasta la fecha. Faltaron Nono y Pilar, su mamá. Él estaba malo y ella cuidándolo.




En San Pedro de Atacama, a 23 de septiembre de 2011.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Atacama, la magia de lo imposible (1ª parte)



De todo el norte chileno la zona más fascinante es, sin duda, la zona desértica de Atacama. Para llegar hasta allí lo mejor es coger un vuelo hasta el aeródromo de Calama (vuelan LAN y Sky). La otra opción desde Santiago es volar a Antofagasta o, algo peor, coger un autobús que llegará horas después. Poco más de una hora separa al viajero desde su aterrizaje hasta el oasis en el desierto, San Pedro de Atacama.



Este particular relieve está marcado por la Cordillera de la Costa, las precordilleras y la Cordillera de los Andes, con cumbres muy altas como el Cerro de Pili (6.046 mts.) o el Volcán Lincancábur (5.916 mts.), todo ello en la frontera entre Chile y Bolivia, pero lo curioso es que a pesar de ello, a esta zona se le considera la más árida del planeta.




San Pedro de Atacama, el mayor núcleo de población de la zona y punto de partida del turismo, acoge en su día a día a 2.500 habitantes, que en su mayoría se dedican al sector terciario. No es un buen lugar para vivir, a pesar del eterno sol (el 90 por ciento del año no se ve una nube), ya que las condiciones atmosféricas son muy duras (además del sempiterno polvo, la oscilación térmica es brutal), pero los atractivos turísticos hacen de este poblado un lugar imprescindible para visitar. Nos alojamos en la calle principal, Caracoles, en el humilde pero limpísimo Hostal Puritama,que regenta Nancy. En la misma calle se pueden encontrar todas las respuestas a las excursiones, que bien estructuradas, ofrecen las decenas de agencias de viajes que se amontonan en esta arteria.



En esencia, los tours más solicitados son el Geyser del Taito, las Lagunas Altiplánicas con el Salar de Atacama y el Valle de la Luna. Aparte ofrecen visitas a las Termas de Puritama, a Laguna Cejar y subida a los volcánes. Pero para empezar progresivamente, elegimos un baño salado en esta última laguna. En medio del Salar de Atacama, en un lindo entorno, la magia del color de sus aguas, invitan a un baño distinto, la alta concentración de sal y litio hace que posea un nivel de flotación superior similar al del Mar Muerto. Todo es posible en esta laguna, incluso leer un periódico mientras te bañas placidamente.


En Laguna Cejar, a 22 de septiembre de 2011.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Val-PARAÍSO (más Viña del Mar)


A 120 kilómetros de la capital se encuentra Valparaíso, capital de la V Región y primer puerto comercial del país (para llegar existen muchas compañías de autobuses que hacen el recorrido que dura una hora y media aproximadamente y cuesta en torno a los 5.000 pesos chilenos -7,5 €-. Se pueden coger desde la Estación Central o desde Pajaritos, en la capital). Cuando caía la tarde llegaba el bus a la ciudad porteña.



Es Valpo, como la conocen los chilenos, un pueblo universitario y ese ambiente es fácil distinguirlo casi sin querer. Por tanto la marcha es uno de sus aliciente, y en esos nos pusimos mi amiga Irene, Guille y un servidor. Casi sin tiempo a instalarme, después de la cena vinieron los tragos. El Pimentón, lugar de moda para almorzar o beber una fresca chela, (cerveza) fue nuestra primera parada. La siguiente, El Canario, con música en directo incluida. Lo cerramos, no diré más.



Bajo los cerros y junto al mar vive la ciudad porteña. Uno cobija, otro refresca. Y en esa mezcla serena, la decadencia va abriéndose paso con gusto y estilo. Para alcanzar la mejor vista hay que subir al Cerro Concepción. Para ello se puede utilizar un ascensor al aire libre (una especie de funicular) que forma parte, junto al resto repartidos por otros cerros, de un conjunto declarado monumento histórico en 1998.




Otro vista inmejorable la tenía Pablo Neruda, el poeta de Chile. Desde lo más alto del Cerro Bellavista, la bahía lo inspiraba. El arte era necesario y lo ponía él en sus poemas con su caracteristica tinta verde con lo que todo escribía, pero esto le ayudaba, y mucho. Antes de llegar hasta La Sebastiana, la casa museo que regenta la Fundación Pablo Neruda (3.000 pesos chilenos la entrada completa, la mitad para estudiantes), hay otro museo, pero este al aire libre compuesto por graffitis en la paredes del mismo barrio.




La plaza Anibal Pinto, la plaza Sotomayor o la cuidada plaza Victoria son algunos de los lugares que hay que ver antes de marchar a Viña del Mar, a tan solo siete kilómetros pero tan distante en tantas cosas... (para legar hay que coger un micro, un micro bus, o el metro y bajarse en la parada de Viña del Mar pero en este caso tendrán que comprar una tarjeta de viajes y recargarla).



La famosa ciudad del Festival internacional de la canción no es más que un lugar de vacaciones para los santiaguinos y gentes que llegan desdeotros puntos del país. Sus alicientes no son más que altos edificios, una foto en el anfiteatro donde se celebra el evento musical (Anfiteatro Quinta Vergara), un moderno reloj hecho en flores o ver la playa de arena que bordea su costa. A pesar de ello, no vale con leerlo, siempre es mejor verlo por uno mismo.



En Valparaíso, a 18 de septiembre de 2011.

Mañana me marcho unos días a Atacama, el desierto más árido del planeta, al norte del país.

martes, 20 de septiembre de 2011

Fiestas patrias en Santiago


La tranquilidad en la calle denota algo extraño. Los comercios están cerados a cal y canto e incluso algo tan habitual como una botella de vino resulta practicamente imposible encontrarla en un día como hoy, el mismo en el que los chilenos celebran la independencia de España. Para festejarlo hoy toca un plan familiar. Felipe, un amigo de Nono chileno con ascendencia italiana y mucha alma española, nos ha invitado a pasar el día grande de las fiestas patrias en casa de sus tios, en Melipilla, a una hora de camino de la capital. Es algo así como nuestra sevilla porque "el que se fue a Melipilla, perdió su silla". Y no es broma.



Nos reciben con los brazos a abiertos y el gesto de comer y beber lo repetimos sin cesar desde practicamente el primer minuto de estadía. La mesa está repleta: asado, pollo, morcilla, una especie de chicharrones pero mucho más sabrosos, queso de cabeza, pisco sour (cóctel elaborado con pisco, una bebida polémica en su origen entre Perú y Chile, mezclada con jugo de limón), verduras...Y de postre, tres tartas, una de ellas elaboradas al estilo español por Pilar, la mamá de Nono.



Lo ideal hubiera sido una buena sieta, pero el gran anfitrión, Juan Luis, no nos dió tregua y pronto sacó los disgestivos que a tragos, los intercalabamos con amables conversaciones y disputadas partidas de taca taca (futbolín). Un brindis y de fondo siempre la bandera chilena y no obligatoriamente por gusto, sino por decreto (desde 1967 la colocación de la bandera en todos los edificios públicos y particulares del país para las Fiestas Patrias es obligatoria. Debe estar en perfectas condiciones, colocada en un asta blanca, cuyo alto no sea inferior a cuatro tercios del largo de la bandera, de izada al tope).



Tocó descansar después de tanto carretere, que es lo mismo que nuestra fiesta, pero por poco tiempo. Lunes, 19 de septiembre, y continúan las celebraciones. En esta ocasión los actos se trasladan al Parque O´Higgins. Allí se sitúan las fondas populares de la capital y los grandes zonas verdes se inundan de pequeños y mayores haciendo volar sus volantes (cometas) y saboreando alguno de los manjares de tradición criolla aceitados que se toman en esta época junto, por supuesto, la dosis propia de alcohol. Para entendernos, sin muchos más adornos, entiendan una feria de pueblo pero a la chilena. Fondas por caseta, terremotos por rebujitos y anticucho por jamón con sus rosquitos.


En el plano más institucional, en esta jornada se celebra también el desfile de gala de sus fuerzas armadas. Éstas representan un gasto del 4 % del PIB del país, uno de los más altos del continente, además de significar mucho para una gran mayoría de chilenos. Por los conflictos sociales que atraviesa, en esta edición se han aumentado las medidas de seguridad para que nadie molestara al Presidente Piñera ni a su equipo de gobierno. El que suscribe, da fé de ello. Una vuelta completa, después de veinte intentos, tuve que dar al parque para acceder a la tribuna de prensa y ver el desfile desde un lugar privilegiado y muy cerca del máximo mandatario del país.



El ejercito chileno, que se creo en 1810, cuenta en la actualidad con más de 60.000 efectivos, que componen los secciones de tierra, mar, aire además de los Carabineros (seguridad ciudadana). Dos horas de espectáculo, 8.000 militares desfilando y una cacerolada pacífica contra el presidente. Así acabó la jornada para él. A mi todavía me esperaba las fondas del Parque Inés de Suárez.


En Santiago de Chile, a 19 de septiembre de 2011.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Fiestas patrias en Valparaíso

Faltan pocos minutos para que sea 18, el día grande de la patria chilena, el mismo que hace 201 años provocó que este Estado se independizara de la Corona española con la proclamación de la Primera Junta Nacional de Gobierno. Para celebrarlo el país viste sus mejores galas y se vive una especie de Navidad mezclada con Feria de Abril. Las celebraciones abarcan todo el mes de septiembre pero especialmente las dos jornadas previas al 18 de septiembre, además de éste, que es feriado. Yo para calentar el ambiente, y aprovechando la invitación de mi amiga Irene, me he marchado a Valparaíso para mimetizarme con los chilenos en su fiesta más querida en la que lo principal, como casi en todo el mundo, lo primordial es comer y beber para disfrutar en buena compañía.

Kata pone orden mientras que los ayudantes de cocina intentan preparar empana de pino


Con unos anfitrionas de auténtico lujo, las dueñas de la Fonda de la Nonni (la fonda es el recinto donde se celebran las fiesta y normalmente se sitúan en los parques o calles de los pueblos y ciudades, pero también se pueden hacer, como fue el caso, en el salón de una casa), Irene, Camila, Debora y Kata, comenzó mi inmersión cultural a un ritmo vertiginoso. Antes de que llegaran los invitados ya estábamos trabajando en equipo: unos cuantos con las empanadas de pino (empanadas de carne aderezada), otros ensartando los anticuchos (brochetas de carne y verdura) y el resto preparando y adornado la fonda (que también se conoce como ramada).


Los anticuchos se van abrasando a fuego muy lento en la parrilla


La fiesta comienza. La música sube. La animación y la alegría comienza a desbordarse. La parrilla no da abasto. Somos casi una treitena de porteños con ganas de celebrar el "18". Hay que poner un toque español y me toca preparar una sangría. También tiene su éxito. Entre tanto que la carne alcanza su punto en la parrilla que está en la acera de la fachada de la casa jugamos a los juegos típicos, el emboque, el trompo, etc. Ya velada ya es redonda. Eso me parecía a mí.


Foto de grupo a las puertas de la Fonda de la Nonni, en el número 1736 de Avenida de Colón.


Ahora se cambia carne por alcohol. Además del buen vino chileno se prueba el pisco y otros licores. Y se baila, y mucho. Lo que manda es la cueca, el baile típico. A Irene y a mí nos toca perder la vergüenza y probarlo. Después nos tocaría seguir bailando, pero por sevillanas. Así se fueron consumiendo las horas hasta que el alba amenazaba. La noche ya era perfecta.


Asado, verdura, jugos, buen vino y mejor compañía en la casa de los padres de Miguel Chamorro


Pero la alegría diechiochera no paró ahí. Miguel, otro colega periodista, como Kata, nos invitó a un asado al día siguiente. Y aquí estamos, en su casa junto a sus padres celebrando la chilenidad por todo lo alto. No vuelve a faltar carne en la parrilla ni verduras para acompañarlo. Ni tan siquiera el postre, mote con huesillos (zumo fresco con un cereal y el hueso del melocotón).Todos los detalles se cuidan con tanto cariño que me hacen sentir en casa. Faltan mis padres, mis hermanos, mi familia, pero brindo por ellos. Por ellos y por los porteños. Desde hoy ya tienen a uno más. ¡Gracias a todos hueones!




Miguel y Carmen, los papás de Miguel, bailan la cueca.


En Valparaíso a 17 de septiembre de 2011.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Lastarria, el lugar que me vio nacer


El Barrio de Lastarria (www.barriolastarria.com) es el que me está viendo crecer como español en Santiago de Chile. Caí aquí por casualidad, ya que mi amigo Nono me dejó su casa para mudarse a otra. Nada más pasear la primera tarde por sus calle reconocí que era mi barrio: residencial y a la vez bohemio, entretenido, cultural, con vida, aunque siempre tranquilo.Su desarrollo comenzó a mediados del siglo XIX, con la construcción de la Parroquia de la Vera Cruz.


En los primeros años del siglo XX el barrio se consolida como tal, y llegan a vivir en él personajes importantes de la cultura chilena como doña Victoria Subercaseaux, prima y esposa del que fuera intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna; Pedro Aguirre Cerda , presidente de Chile entre los años 1938 y 1941, y el escritor y pensador liberal don José Victorino Lastarria, que es el que le da nombre a la calle principal y también al barrio.



Los bares, cafés, restaurantes, librerías (como por ejemplo Ulises, mi preferida), tiendas de diseño, galerías de arte y centros culturales (con el GAM, el Centro Gabriela Mistral, al frente), dan colorido a calles pavimentadas llenas de vida y plazas con mucho encanto. Teatros, como el Ictus, o el Cinearte El Biógrafo (ahora programa Medianoche en París, que delicia...) termina de completar la postal.


En el 104 de José Victorino Lastarria vivo yo. En el departamento 924, en un solo ambiente que mezcla la cocina, el salón y el dormitorio, con vistas a la Cordillera de los Andes y en pleno centro de la capital. La abandonaré por unos días, me marcho a Valparaíso, ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En Santiago de Chile a 15 de septiembre de 2011.

11 de septiembre de 1973

Mi primer día completo en Santiago de Chile fue un 11 de septiembre, el mismo que tan en boca de todos ha estado en los últimos días por la trágica efeméride de Nueva York. Pero de lo que hasta la saciedad se ha hablado no le voy a apostillar ni una coma. Yo quiero hablar de otro 11 de septiembre, en concreto el de de 1973.


La mala situación económica del país a pesar de los cambios introducidos por un presidente socialista, Salvador Allende, se torna casi en una guerra civil a principio de los 70. Upelientos, partidarios del presidente, y momios, detractores de éste, se enfrentaban y la tesión cree por momentos. Los militares entran en la escena política chilena. El día antes señalado entran en el Palacio de La Moneda, sede del gobierno, y lo bombardean. Salvador Allende se suicida en el interior. Poco tiempo después, se instaura la dictadura liderado por Augsto Pinochet Ugarte. Con él se escriben páginas negras de la historia de este país. Derechos humanos destrozados, liberadas coartada, torturados, muertos, vejados. Así hasta que en 1989 el candidato de la Concertación de Partidos, Patricio Alwin Azócar, gana las elecciones. La democracia vuelve a reinar en el país austral.



Hoy he tenido de frente ese trozo de la historia que marcó a un país y a varias generaciones, el Palacio de la Moneda El lugar donde reside el poder ejecutivo y la democracia de Chile. (metro La Moneda. Las visitas al público no se realizan hasta finales de año por trabajos de conservación. Para visitarlo hay que hacer una petición por escrito en la página web oficial con bastante antelación). La Moneda, bien merece una visita.


En Santiago de Chile, a 14 de septiembre de 2011.

martes, 13 de septiembre de 2011

La vida está en el mercado




El día a día transita en los mercados. Es hora de hacer mi primera compra en Santiago y para elegir, que mejor que conocer primero. La principal plaza de abastos de la capital es el Mercado central que bajo un imperfecto amasijo de hierros cobija buenos géneros desde 1872. Además del pescado, la carne, fruta y verduras, hoy en día son muy reconocidos sus pequeños bares para degustar algunos de los manjares que da esta tierra, sobre todos los que provienen del mar: congrio -especie de merluza pero más sabrosa-, salmón, corvina, etc.). Capítulo aparte merece el marisco: macha, loco, camarones, ostras, lapas... Un sin fin de pequeños animalitos, que a pesar de lo que pudiera parecer, no son especialmente del gusto de los chilenos; y a los datos me agarro. Chile es uno de los países con menos consumo de pescados y mariscos del mundo a pesar de sus más de 4.000 kilómetros de costa. Donde se ponga un buen asado...



El Central es el principal, pero no el único (a ambos se llegan desde el metro Puente Cal y Canto). Caminando por unos rincones menos europeos, con más baches en las calles y menos lujo en las vestimenta de los mercaderes, se llega a La Vega, sitio auténtico donde los haya. La mezcla de olores de los puestos de especias y cereales más el colorido de las frutas y verduras que adornan los puestos hacen las delicias de los menos delicados a rincones no aptos para turistas. Allí compré una piña de las que saben, palta (aguacate, uno de los ingredientes básico en la cocina chilena) sabrosa y varios tomates que nada tienen que ver con los de las grandes superficies. Después llegó esto, para los productos de limpieza y las conservas, etc, pero de eso ya no les cuento mucho porque es más de lo mismo.




Antes, que lo olvidé, probé uno de los aperitivos preferidos en este país, la empanada de pino. Nada hay del árbol entre la masa de harina sino más bien carne picada con cebolla condimentada con comino y ajo. A mi se me gana por la comida y, por ahora, lo probado ha sido disfrutado. Seguiremos informando...

En Santiago de Chile a 12 de septiembre de 2011.

Fiesta de bienvenida santiaguina


El domingo es el día que nos regaló el Señor para descansar y así es como hay que afrontarlo, con ganas de relax y, por qué no, diversión. Los rayos de sol me despiertan con fuerza. En un noveno creo que pegan más fuerte. Empezar a conocer una ciudad pateándola es prioritario, pero hay una fórmula más rápida y sana: hacer footing. Le hago caso a mi amigo Nono y nos calzamos las bermudas y la polera, como dicen por aquí, y en poco menos de una hora conocemos varios de los parques que dan oxígeno a la capital, el Parque Forestal, el Bustamante, etc.




Otro entretenimiento dominical es la cocina. Con ello también me engaña Nono en este día, pero es por una buena causa. Vienen unos amigos a la terraza de casa para hacer un quincho, una barbacoa, de bienvenida. Nosotros aportamos a la fiesta hispano-chilena un buen salmorejo y ali-oli. El resto lo compramos en el super: tinto con limón, chela (cerveza) y una pieza de carne para el asado. El sol no hizo falta ni pedirlo, brillaba en toda su intensidad, hasta cansar, en lo más alto.




Fueron llegando amigos de todos lados, pero sin duda mi reencuentro con Irene fue especial. Ella fue monitora de la Ruta Quetzal en 2008 y después de compartir tantos momentos en Panamá y España hacía mucho que no nos veíamos. La última vez, precisamente, fue en Sevilla. Ahora, a muchos kilómetros de distancia, nos volvemos a ver.




Charlas, consejos, risas y otros amenizaron el almuerzo. Para la cena también íbamos a estar entre amigos. Había quedado con Jesús Codina, un sevillano de éxito en Chile (aquí os dejo un enlace de su aparición en Andaluces por el mundo que hizo Luis Márquez para que lo conozcáis mejor http://www.youtube.com/watch?v=8f1x-2DMy5o ). Entre otras cosas en un mes estrenará como director con otra sevillana como protagonista, Eva Gómez, el musical Cabaret. Codina es de las personas que pareces que conoces desde toda la vida aunque solo haya habido una trago de por medio. Sus recomendaciones son sabias y hay que hacerle caso. Es lo penúltimo del día. Antes de dormir un mendozita, un pastel recubierto de chocolate de lo más dulces antes de dormir.


En Santiago, a 11 de septiembre de 2011.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Aterrizando en Santiago





Las últimas horas antes de partir las pasé con un romántico de la profesión periodística, de los que ya quedan pocos, el señor Vélez. Por poner un ejemplo, fíjense en la reliquia de cámara que gasta mi colega, como las de antes, blanco y negro y a revelar. Con ella precisamente me retrató por última vez en territorio español. El tiempo, indefinido, marcará mi regreso.

Llegar a Chile cuesta mucho. Tanto como por lo menos 1.000 euros en un vuelo correcto de precio para la ida y la vuelta (las únicas compañías que vuelan directo desde Madrid son Iberia y Lan Chile, aunque Air Europa, KLM y alguna otra tienen ofertas con vuelos indirectos pasando por Buenos Aires, Lima o México DF de vez en cuando). Cuesta también tiempo, el mismo que hay que emplear para cubrir los 14.000 kilómetros que se alejan una capital de otra. Eso se traduce en poco más de dieciséis interminables horas de vuelo en lo que lo único que te saca de la desesperación más galopante es un suelo profundo o las inolvidables vistas de la Cordillera Andina antes de aterrizar en Santiago de Chile.

Aquí, en la capital, donde he aterrizado cuando eran las 12.30 pm, hora local, cinco más en España, ya es primavera. No oficialmente, pero si oficiosamente. El sol brilla radiante entre lo que parecen a simple vista nubes y no es más que polución concentrada (lo llaman "smog"), la gente baila la cueca, una especie de mezcla entre una jota y una sevillana al compás de la guitarra, mangas cortas (la mínima estará en 6 grados pero ahora hace 22 grados), terrazas llenas. El invierno y la desgracia parece que pasan. Me lo confirma el taxista que me lleva, las estaciones de esquí están a punto de cerrar y la profunda tristeza vivida por el pueblo chileno tras la tragedia aérea en la Isla de Juan Fernández en la que murió, entre otros, el más famoso presentador de la tv nacional, Felipe Camiroaga, va mitigándose.

No sé ya que hora es ni cuantas veces he comido o he dejado de hacerlo en las últimas horas, pero el que lo será todo en mi estancia en Santiago, otro señor, Nono, me lleva a comer cosas ricas junto a Babi, su novia, después de recogerlos de un anuncio en el que han participado como extras. Hoy pruebo el pastel de Choclo, que traducido al castellano peninsular, cosa que por lo que veo voy a tener que hacer continuamente, sería un simple pastel de maíz. Humilde pero delicioso. Vuelvo a casa y el camino me suena familiar; podría ser cualquier calle de Europa pero a miles de kilómetros. Es verdad, cuando subo al noveno piso en el que vivo doy fe de ello, Santiago se despierta cada día entre montañas. Esta mezcla la han hecho único y ahora yo soy un afortunado más que podrá vivirla y disfrutarla. Empieza de nuevo una aventura...

* Cada día, a partir de hoy, intentaré resumir las vivencias que vayan sucediéndose aportando además información del país, la capital, la cultura y sus gentes. / Foto 1: vista de Santiago desde la azotea de mi casa, en la Alameda Bernardo O´Higgins / Foto 2: Terraza del Patio Andaluz, en Lastarria / Foto 3: imagen de Los Andes desde el avión de Sky Airline que une Buenos Aires con Santiago / Foto 4: en el aeropuerto de Barajas con Juan Carlos Vélez.