viernes, 30 de agosto de 2013

Día 14 y 15: Ko Samui, poco más

Último despertar frente al paraíso en Ko Phi Phi. No hay carreteras en la isla y el servicio de transfer desde los bungalows hasta el puerto (5 minutos a pie) lo hacen a la vieja usanza, llevando los trabajadores las maletas en una suerte de portaequipajes con ruedas.




El viaje a Ko Samui, nuestra próxima parada, esta vez en el otro lado del mapa, en el Golfo de Tailandia, es largo. Primero barco (2 horas), después bus (3 horas) y por último barco (2 horas). Lo ideal es comprar un “joint ticket” (ticket conjunto) y así va todo rodado, además de no aumentar mucho el precio.




Nada más llegar al puerto, ya se vislumbra que la tercera isla más grande del país tiene poco de los atributos que se esperan de un territorio insular: ni tranquilidad, ni relax, ni casi belleza. O sería que el humo de los coches no me dejara apreciarlo…




Dormíamos en un lugar muy bonito, a orillas de Silver Beach en el hotel que lleva su nombre, Silver Beach Resort. Para mí las cosas la hacen la personas y no era los propietarios ni trabajadores lo más florido que se despacha en simpatía y servicio. Así que en conjunto, nuestra estancia en Ko Samui fue solo eso…y poco más.



No es preocupante, de hecho es parte del diario del viajero. El turista se afana en que todos sus días sean magníficos, medidos al milímetro de la perfección, sin lugar a la improvisación de los turoperadores. Para los mochileros, la vida corre de otra manera. Hay día buenos, otros mejores. También hay jornadas en las que hay que arreglar papeles que no hicieron otros por ti, o llevar la ropa a la lavandería. Al final todo tiene su aquel.



En Ko Samui a 16 de julio de 2013.

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