Krungthep Mahanakhon Bovorn Ratanakosin Mahintharayutthaya Mahadilokpop Noparatratchathani Burirom Usomratchanivetmahasathan Amornpiman Avatarnsathit Sakkathattiyavisnukarmprasit. Es el nombre oficial de la ciudad que, resumido, quiere decir “Ciudad de los ángeles”, pero para el resto del mundo se quedó el nombre que conocemos porque esta gran urbe se fundó sobre una pequeña aldea llamada Bang Makuk (lugar de ciruelos). Lo de los ángeles sería antes. Ahora Bangkok, es otra cosa. Ciudad caótica, loca, sucia, con un olor fuerte que impregna a todo y a todos y con mercados callejeros que no dejan un milímetro libre al paseante. Bangkok, se vende.
Los
mercados callejeros tienen todo tipo de exquisiteces: comida, refrigerios,
ropa, tecnología, pilas, copias de llaves, libros, amuletos y todo lo que
piensen. No hay tregua. El puesto de pha tai (plato estrella nacional) da paso
al puesto de pescado frito y este al de amuletos de la suerte. Los tenderos del
mercado nocturno cogen sitio a la puerta de la ferretería para montar, como si
tal cosa, un restaurante efímero allí mismo. Es, a pesar de todo, francamente
alucinante.
Para inaugurar este ciudad confusa, incoherente y enmarañada ciudad, escapamos del asfalto y nos montamos en un típico barco de popa larga para descubrir la vida en torno al río. La experiencia bien merece la pena. Si solo quiere darse una vueltecita rápida, puede coger alguno de los ferries locales, más baratos. Todo simplemente diferente.
En
Bangkok a 4 de julio de 2013
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