lunes, 2 de septiembre de 2013

Día 16 y 17: Ko Tao, la guinda al pastel



Para (casi) acabar nuestro completo viaje por Tailandia tan solo nos faltaba un buen remate final, Ko Tao, que cerrara el círculo perfecto y de paso nos quitara el amargo sabor de Ko Samui.




Todo lo bueno se hace esperar. Lo digo por el tiempo, en concreto las dos horas de barco (600 bath) que no dejaría de ser uno más si no hubiera sido por el tremendo oleaje que nos acompañó y que convirtió la cubierta del barco en una pista de patinaje no apta para cobardes.




Llegamos al Hotel Buddha View Resort, especializado para buceadores, como casi todo en Ko Tao, considerada como una meca de estos deportistas por sus aguas transparentes y cristalinas. Estábamos cansados y tocó la siesta del membrillo, para los que no la conozcan, la mejor variedad, la que se hace justo antes de almorzar. Un poco de playa y, aunque parezca mentira, nuestro primer atardecer. Los días, aunque siempre calurosos, están nublados por las cosas del tiempo (aquí estamos en su invierno) y jornada tras jornada se nos resistía. Hasta hoy…hasta que lo vimos en Nang Yuan Terrace.




El segundo día nos tocaba algo imprescindible en esta isla, un tour de snorkeling por varios puntos: Thiang Og bay, en búsqueda de tiburones que nunca llegaron, Tanote Bay, con grandes corales y peces de colores, Gluay Ten Bay, donde sí que encontré a Nemo y, por supuesto, Ko NangYuan, una diminuta isla frente a Ko Tao en donde el paraíso cobra su nombre.




Como decía al principio, todo lo bueno suele tardar en llegar. También el buen pescado en la mesa. No llegaba el que me satisficiera del todo, el que recordara para siempre, hasta que la famosa barbacoa del Buddha View abrió sus puertas. Sobre el hielo, casi moviéndose aún estaba el pequeño atún que a la brasa del carbón iba a hacerme el hombre más feliz del mundo por unos instantes, y por solo 150 bath. Exquisito, lo último; inolvidable este rinconcito en el mundo.




 En Ko Tao a 18 de julio de 2013.

No hay comentarios: