domingo, 11 de septiembre de 2011

Aterrizando en Santiago





Las últimas horas antes de partir las pasé con un romántico de la profesión periodística, de los que ya quedan pocos, el señor Vélez. Por poner un ejemplo, fíjense en la reliquia de cámara que gasta mi colega, como las de antes, blanco y negro y a revelar. Con ella precisamente me retrató por última vez en territorio español. El tiempo, indefinido, marcará mi regreso.

Llegar a Chile cuesta mucho. Tanto como por lo menos 1.000 euros en un vuelo correcto de precio para la ida y la vuelta (las únicas compañías que vuelan directo desde Madrid son Iberia y Lan Chile, aunque Air Europa, KLM y alguna otra tienen ofertas con vuelos indirectos pasando por Buenos Aires, Lima o México DF de vez en cuando). Cuesta también tiempo, el mismo que hay que emplear para cubrir los 14.000 kilómetros que se alejan una capital de otra. Eso se traduce en poco más de dieciséis interminables horas de vuelo en lo que lo único que te saca de la desesperación más galopante es un suelo profundo o las inolvidables vistas de la Cordillera Andina antes de aterrizar en Santiago de Chile.

Aquí, en la capital, donde he aterrizado cuando eran las 12.30 pm, hora local, cinco más en España, ya es primavera. No oficialmente, pero si oficiosamente. El sol brilla radiante entre lo que parecen a simple vista nubes y no es más que polución concentrada (lo llaman "smog"), la gente baila la cueca, una especie de mezcla entre una jota y una sevillana al compás de la guitarra, mangas cortas (la mínima estará en 6 grados pero ahora hace 22 grados), terrazas llenas. El invierno y la desgracia parece que pasan. Me lo confirma el taxista que me lleva, las estaciones de esquí están a punto de cerrar y la profunda tristeza vivida por el pueblo chileno tras la tragedia aérea en la Isla de Juan Fernández en la que murió, entre otros, el más famoso presentador de la tv nacional, Felipe Camiroaga, va mitigándose.

No sé ya que hora es ni cuantas veces he comido o he dejado de hacerlo en las últimas horas, pero el que lo será todo en mi estancia en Santiago, otro señor, Nono, me lleva a comer cosas ricas junto a Babi, su novia, después de recogerlos de un anuncio en el que han participado como extras. Hoy pruebo el pastel de Choclo, que traducido al castellano peninsular, cosa que por lo que veo voy a tener que hacer continuamente, sería un simple pastel de maíz. Humilde pero delicioso. Vuelvo a casa y el camino me suena familiar; podría ser cualquier calle de Europa pero a miles de kilómetros. Es verdad, cuando subo al noveno piso en el que vivo doy fe de ello, Santiago se despierta cada día entre montañas. Esta mezcla la han hecho único y ahora yo soy un afortunado más que podrá vivirla y disfrutarla. Empieza de nuevo una aventura...

* Cada día, a partir de hoy, intentaré resumir las vivencias que vayan sucediéndose aportando además información del país, la capital, la cultura y sus gentes. / Foto 1: vista de Santiago desde la azotea de mi casa, en la Alameda Bernardo O´Higgins / Foto 2: Terraza del Patio Andaluz, en Lastarria / Foto 3: imagen de Los Andes desde el avión de Sky Airline que une Buenos Aires con Santiago / Foto 4: en el aeropuerto de Barajas con Juan Carlos Vélez.

5 comentarios:

Antonio Rull dijo...

Qué bueno tío, se te lee una emoción tremenda, y no es para menos. A triunfar crack.

ELEAZAR FERNANDEZ dijo...

QUE ENVIDIA TIO A CELEBRAR EL 18 DE SEPTIEMBRE CUIDADO CON LA CHICHA Y EL COLEMONO JAJAJAJAJ

JOSÉ PABLO GARCÍA dijo...

Gracias Antonio, los comienzos siempren son difíciles pero muy ilusionantesssss. Si estuvieras aquí el blog tendría mejores fotos, pero q se le va a hacer...jeje /Ele, el 18 me tomaré una por ti y otra por María José y a las fiestas patrias del año q viene seguro q estarñás por aquí. De chela y chica me tendré que harta pero el colemono no sé lo que es, así que hasta q no contestes no diré nada!!;) abracitosss

Ernesto de los Santos Pantoja dijo...

pero q bien t lo montas cabrón!! con tanta gente, barbacoas y copitas kien iba a decir q es un viaje d trabajo!! un abrazo my friend y recuerda "tempus fugit carpe diem"

Anónimo dijo...

Grandes consejos amigo Ernesto!!Yo siempre aprendo con los maestros. Y no te preocupes q una copa será a tu salud!- José Pablo