martes, 20 de septiembre de 2011

Fiestas patrias en Santiago


La tranquilidad en la calle denota algo extraño. Los comercios están cerados a cal y canto e incluso algo tan habitual como una botella de vino resulta practicamente imposible encontrarla en un día como hoy, el mismo en el que los chilenos celebran la independencia de España. Para festejarlo hoy toca un plan familiar. Felipe, un amigo de Nono chileno con ascendencia italiana y mucha alma española, nos ha invitado a pasar el día grande de las fiestas patrias en casa de sus tios, en Melipilla, a una hora de camino de la capital. Es algo así como nuestra sevilla porque "el que se fue a Melipilla, perdió su silla". Y no es broma.



Nos reciben con los brazos a abiertos y el gesto de comer y beber lo repetimos sin cesar desde practicamente el primer minuto de estadía. La mesa está repleta: asado, pollo, morcilla, una especie de chicharrones pero mucho más sabrosos, queso de cabeza, pisco sour (cóctel elaborado con pisco, una bebida polémica en su origen entre Perú y Chile, mezclada con jugo de limón), verduras...Y de postre, tres tartas, una de ellas elaboradas al estilo español por Pilar, la mamá de Nono.



Lo ideal hubiera sido una buena sieta, pero el gran anfitrión, Juan Luis, no nos dió tregua y pronto sacó los disgestivos que a tragos, los intercalabamos con amables conversaciones y disputadas partidas de taca taca (futbolín). Un brindis y de fondo siempre la bandera chilena y no obligatoriamente por gusto, sino por decreto (desde 1967 la colocación de la bandera en todos los edificios públicos y particulares del país para las Fiestas Patrias es obligatoria. Debe estar en perfectas condiciones, colocada en un asta blanca, cuyo alto no sea inferior a cuatro tercios del largo de la bandera, de izada al tope).



Tocó descansar después de tanto carretere, que es lo mismo que nuestra fiesta, pero por poco tiempo. Lunes, 19 de septiembre, y continúan las celebraciones. En esta ocasión los actos se trasladan al Parque O´Higgins. Allí se sitúan las fondas populares de la capital y los grandes zonas verdes se inundan de pequeños y mayores haciendo volar sus volantes (cometas) y saboreando alguno de los manjares de tradición criolla aceitados que se toman en esta época junto, por supuesto, la dosis propia de alcohol. Para entendernos, sin muchos más adornos, entiendan una feria de pueblo pero a la chilena. Fondas por caseta, terremotos por rebujitos y anticucho por jamón con sus rosquitos.


En el plano más institucional, en esta jornada se celebra también el desfile de gala de sus fuerzas armadas. Éstas representan un gasto del 4 % del PIB del país, uno de los más altos del continente, además de significar mucho para una gran mayoría de chilenos. Por los conflictos sociales que atraviesa, en esta edición se han aumentado las medidas de seguridad para que nadie molestara al Presidente Piñera ni a su equipo de gobierno. El que suscribe, da fé de ello. Una vuelta completa, después de veinte intentos, tuve que dar al parque para acceder a la tribuna de prensa y ver el desfile desde un lugar privilegiado y muy cerca del máximo mandatario del país.



El ejercito chileno, que se creo en 1810, cuenta en la actualidad con más de 60.000 efectivos, que componen los secciones de tierra, mar, aire además de los Carabineros (seguridad ciudadana). Dos horas de espectáculo, 8.000 militares desfilando y una cacerolada pacífica contra el presidente. Así acabó la jornada para él. A mi todavía me esperaba las fondas del Parque Inés de Suárez.


En Santiago de Chile, a 19 de septiembre de 2011.

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