miércoles, 28 de septiembre de 2011

Atacama, la magia de lo imposible (2ª parte)



La excursión que elegimos para el día siguiente, técnicamente no puede decirse que sea agradable, aunque sí extremadamente bella. Los Géiseres del Taito, a casi 100 kilómetros de San Pedro (2 horas y media) es un campo geotérmico de origen volcánico que da lugar a chorros de agua y vapor que brotan desde el interior de la tierra. El espectáculo natural tiene su apoteosis al amanecer y para ello, por tanto, hay que empezar la excursión a las 4 de la madrugada. La temperatura tampoco es ideal, - 10 ºC marcaba el termómetro en la entrada del parque natural (5.000 pesos chilenos la entrada general y 2.500 para estudiantes). Y la altura es el otro handicap, 4.320 metros en su punto más alto, y no fue el caso, pero si la puna (término que aquí se emplea para referirse al mal de altura) dice de aparecerse, a resguardarse.



Además del agua, la guía de viaje y todos los útiles necesarios, no hay que olvidar la toalla y el bañador. No nos hemos vuelto locos. A pesar del frío, en particular a la hora que me metí el termómetro marcaba - 5 ºC, la sensación del helado ambiente en comparación la cálida agua de la terma, hacen que sin pensárselo dos veces haya que hacer este particular esfuerzo.



Una vez recuperados, la ruta continúa hasta Machuca, una pequeña aldea en donde están empadronados medio centenar de personas pero en la que nunca coinciden más de siete a la vez. Este pueblo atacameño vive por y para el turismo y de las empanadas de queso de cabra, los anticuchos de carne de llama (brochetas) y la artesanía local. No conozco el sur, pero un chileno del que me hice amigo en el tour me comentaba que la gente del norte si que saben sacar provecho de los visitantes, además de hacerlo de forma sostenible, al menos hasta la fecha. Faltaron Nono y Pilar, su mamá. Él estaba malo y ella cuidándolo.




En San Pedro de Atacama, a 23 de septiembre de 2011.

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