martes, 22 de septiembre de 2009

Día 5: Vilnius a fondo (Carlos Yagüe)

El quinto día de viaje fue el único en el que estuvimos en un solo país, Lituania, ya que lo dedicamos a conocer Vilnius en profundidad. Una larga caminata por la capital lituana nos mostró una ciudad de contrastes, en la que pudimos encontrar numerosos templos religiosos, junto a modernos edificios. El soleado día invitó a los lituanos a salir a la calle, empleando el margen del río a modo de playa, aprovechando el buen acondicionamiento de esta zona, en la que los espacios lúdicos, bien para hacer deporte, o para tomar algo eran perfectos.


No podíamos dejar de visitar el barrio de Uzupis, conocido por gozar de una Constitución propia, colocada en una pared en ocho idiomas diferentes, lenguas entre las que no se encontraba el español. Los artículos que aparecen en esta Constitución eran más bien simbólicos, y nos dejaron ver, casi por primera vez, el humor báltico.


Agosto debe ser una un mes idóneo para las bodas en Lituania, ya que por toda la ciudad nos encontramos parejas de recién casados inmortalizando el momento junto con una pequeña comitiva de seis personas, incluso durante una visita a un templo, de forma repentina nos dimos cuenta de que estaba a punto de comenzar una ceremonia que enlazaría a una pareja. El acto parecía de lo más simple y carente de la parafernalia a la que estamos acostumbrados en España.



La plaza en la que se encuentra el Ayuntamiento nos recibió con un mercado medieval de lo más conseguido, con actuación musical en directo incluida. A continuación, decidimos almorzar en un sitio típico de Lituania, el Cilis Kaimas. Este lugar sería el equivalente en Andalucía a una Espumosa. Degustamos comida del lugar, con una fuerte presencia de patata. El precio fue sorprendentemente barato, puesto que al cambio pagamos unos seis euros cada uno y nos pusimos finos.


La vuelta al hotel la hicimos por la avenida Gedimini, quizás la más importante de la ciudad. Allí nos encontramos con que a partir de las 19:00 horas no podían circular vehículos, circunstancia que aprovecharon los jóvenes inquietos lituanos para obsequiarnos con una ‘bohemiada’ de primera. Tranquilamente, se sentaron en el suelo y empezaron a leer, mientras que varios fotógrafos capturaban el instante.



Una cena en el restaurante del hotel fue solo el principio de una gran noche, en la que tras desechar acudir a la exótica Pacha Vilnius, entramos en Prospekto, un local que no estaba en su mejor noche, pues tiene fama de ser un sitio de encuentro para los estudiantes Erasmus. El sol de la mañana nos sorprendió en el camino de vuelta al hotel.

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