lunes, 14 de septiembre de 2009

Día 4: La suerte del viajero (Carlos Yagüe)



Nuestra sorpresa fue mayúscula al descubrir por la mañana que nos encontrábamos en mitad de un paraíso natural. Junto al Livkalns hay un lago y un entorno natural de gran colorido del que disfrutamos a primera hora del día.


Un rápido vistazo por el Parque Nacional de Gaujas precedió a nuestro retorno a la carretera con dirección a Lituania. Antes de llegar al más sureño de los tres países bálticos que visitamos, nos dimos una rápida vuelta por el castillo Rundale, espacio monumental en el que nos aprovisionamos de manzanas en los árboles colindantes.



La frontera lituana no nos dejó una grata impresión. Carretera en obras que nos dieron la sensación de haber recibido como agua de mayo las ventajas, en forma de subvención, de pertenecer a la Unión Europea. En las vías bálticas llaman la atención el alto porcentaje de camiones y vehículos pesados en comparación con el escaso número de turismos que se observan. La única explicación que encontramos para este fenómeno es que en estos países hay mucha menos gente que viaja por placer que en España, por ejemplo.



Nuestra idea de Lituania se endulzó cuando llegamos a Kaunas. El ambiente en esta, la segunda ciudad más relevante del país, era agradable, con las terrazas de la zona céntrica llenas y no sólo de visitantes, sino también de lituanos, que disfrutaban de su tiempo de ocio. La noche asomaba y con tristeza por el escaso tiempo que pasamos en Kaunas, partimos hacia Vilnius, capital lituana, de la que nos separaban unos 100 kilómetros. Vilnius nos recibió con grandes edificios iluminados y con una gran incógnita: ¿dónde está nuestro hotel?


Teniendo en cuanta la hora, más de las 11 de la noche, hicimos primar nuestras ganas por instalarnos sobre el dinero, y de nuevo, al igual que en Riga, le pagamos a un taxista para que nos guiara. La suerte del viajero se alió con nosotros. A la llegada al hotel Europolis, el que teníamos concertado, nos comunicaron que nos habían buscado otro alojamiento por haber llenado ya todas las habitaciones, enviándonos al Crowne Plaza, de cinco estrellas.




Ahí estaban dos tíos ‘tiesos’ como nosotros en su habitación de cinco estrellas en mitad de una euforia que nos empujó a conocer antes la Vilnius de noche, que la de día. Aconsejados por el recepcionista nos dirigimos al Pub Latino, con nuestro taxi en la puerta, como los señores. Allí nos encontramos un ambiente muy peculiar. Mujeres despampanantes junto a tipos con pinta de mafiosos rusos. Olía ligeramente a prostitución.



Peculiar, sin duda, es estar en Lituania y que empiecen a sonar ‘Los Manolos’, y observar atónito cómo siempre te has creído bastante torpe bailando y si te pusieras serías el rey de la pista al lado de los movimientos imposibles de los lituanos. Para decirle adiós al jueves, volvimos a ejercer de ‘guiris’ y nos tangaron en el taxi cobrándonos casi el doble de lo que pagamos en el camino de ida. Al pedirle explicaciones al ‘chauffeaur’, casualmente no tenía ni idea de inglés.

4 comentarios:

Paloma Tur dijo...

Por momentos creí estar en ese viaje.

Creo que ya sé cual debería ser mi proximo destino.

JOSÉ PABLO GARCÍA dijo...

Gracias por tu comentario. Lo mejor de la escritura y su lectura es la posibilidad de imaginar, de soñar gracias a un puñado de letras.

Por cierto, tu blog me parece muy original. Hace falta hablar de cosas cotidianas, y darle la debida importancia.

Un saludo

José Pablo García

Paloma Tur dijo...

Gracias a tí.

Estaré por aquí esperando, con las maletas hechas por si tengo que soñar pronto con algún otro rincón del mundo.

Saludos!

JOSÉ PABLO GARCÍA dijo...

Llegarán...