
viernes, 25 de diciembre de 2009
Feliz Navidad y un 2010 lleno de viajes

lunes, 7 de diciembre de 2009
Día 2:Playa en compañía de las olas
Con fuerzas y el estómago lleno bajamos por medio de una montaña que sale de Casa Paca a la playa de Sfhia (a 7 kilómetros de Alhucemas), totalmente desierta por la celebración del Ramadán. La imagend el Caribe debe estar desenfocada porque nosotros los vimos estando en África, a muchas millas del que mostraba Curro en el anuncio. El paraíso, solo para nosotros, se terminó de completar con la llegada al chiringuito de Azzedine y Mohamed, padre e hijo y auténticos maestros del buen trato. Que no quede que comimos las mejores sardinas de nuestra vida, parece el título de un libro escrito por un marengo, pero lo mejor, como siempre, son las personas. Shukran.
sábado, 28 de noviembre de 2009
Día 1: Viaje al paraiso mediterráneo (2/2)
En estas teníamos que buscar nuestro alojamiento, Casa Paca (http://www.casapacamarruecos.com/). Antes de llegar, con el rumbo equivocado, dimos a parar al centro de la ciudad, conocida y reconocida por muchos españoles.
Al- Hoceima se levanta en el extremo occidental de la bahía del mismo nombre. La ciudad, cuna de Abd el Krim, el célebre caudillo que llevó a la revuelta a las tribus del Rif en contra del Protectorado español. También es conocido por el desembarco de las tropas españolas en 1925 bajo el mando del General Sanjurjo.
Vimos poco pero el tiempo apremiaba para llegar a la que iba a ser nuestra morada por unos días. Fue a las diez y pocos minutos, sin ningún haz de luz ya. Joaquín, un alicantino de padre marroquí y propietario del afamado en la zona Casa Paca, nos dio la bienvenida a su casa. Una casa de dos alturas con formas caprichosas, un pequeño huerto en su parte baja, cinco habitaciones coquetas y la joya de la corona, una terraza con vistas al mar, y al peñón de Alhucemas, territorio español todavía. Es decir, casi como en casa. El mismo rango e independencia que este gran pedrusco tienen la archiconocida Isla de Perejil, y el cercano peñon de Velez de la Gomera, todos ellos con una misma particularidad, la bandera española ondea a pesar de estar en territorio marroquí.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Día 1: Viaje al paraíso mediterráneo
Los trámites aduaneros nunca son excesiva mente fáciles, y si a la normal se le suma llevar coche de alquiler, pasar a un país con distinto idioma, y toda la picaresca propia del lugar, la cosa se complica hasta la exageración desmesurada. Pero al final, rellenando los formularios, pasándonos por el médico aduanero que certificara desde la camilla donde reposaba tumbado que no teníamos nada con un simple vistazo, y mostrando “taitantas” veces el pasaporte y la carta verde para vehículos, conseguimos pasar.
Para ir a Al-Houceima o Alhucemas (castellano) primero, desde la frontera de Beni Enzar, se pasa por Nador, situada a 15 kilómetros al sur de Melilla, al borde del llamado Mar Chico. Más tarde, y tras pasar el caos circulatorio que supone atravesar casi cualquier pueblo marroquí, con peatones que pierden la noción europea del miedo y un ritmo febril en el asfalto totalmente antagónico a lo que ocurre con la habitual parsimonia marroquí, se debe coger la N-16 (no os vayáis a confundir cogiendo la carretera principal que también lleva a Alhucemas. Os daréis un paseo de tres horas y media por carreteras de media y alta montaña).
La otra carretera, la que alcanza la población de Alhucemas en algo menos de una hora y media, y que bordea la línea mediterránea de la costa, ya es un atractivo en sí mismo, cambiando las desagradables áreas de servicio europeas por chozas de pescadores con vistas inmejorables y, por supuesto, el inconfundible olor a sal.
Kilómetro a kilómetro alcanzamos nuestro destino poco antes de que anocheciera. Era el momento de la llamada al rezo (el almuédano es la persona que lo realiza desde lo alto del alminar, llamando a orar a los fieles a la mezquita). Las calles eran simples decorados, sin actores ni figurantes. Además de ser viernes, era Ramadán.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Nuevo artículo en www.espaciodigitalcádiz.com
http://www.espaciodigitalcadiz.com/opinion/6392/
domingo, 1 de noviembre de 2009
Día 2: Tetúan, primer acercamiento a Marruecos
No parece que sean escasos metros los que separan un lado de la verja del otro. El asfalto se cambia por arena. Los cómodos utilitarios por viejos taxis repletos de personas en su interior. Incluso el calor no es el mismo, aprieta que da gusto. Son las cosas de las fronteras. No hay otra manera de entenderlo. Ni mejor, ni peor, tan solo diferente. Pero, ¿en escasos 100 metros?
El viaje en taxi hasta Tetúan fue de lo más divertido. Con un calor asfixiante, nuestros huesos pegados al escay del sillón trasero del coche, y un señor muy agradable, pero muy “pesao”, haciendo de guía improvisado, llegamos a Tetúan. Nuestra única intención era ir a comer a un restaurante que nos habían recomendado, el Reducto, en la medina de la ciudad. La empresa nos costó varias horas, toda una gesta. Os cuento.
Jalim, un marroquí muy espabilado y más sabio por viejo que por diablo, atendió a nuestra pregunta, ¿por dónde está el Restaurante El Reducto?, con suma amabilidad. Tanta fue que nos acompañó aproximadamente una hora y media por la medina “buscando”, ¿buscando?, el famosos restaurante. Claro está, que debió entender mal alguna parte, y eso que su español era muy bueno, y antes del llegar al sitio pactado nos llevó a un telar, a una tienda de alpargatas, a una de especias, a una tetería, a un restaurante que el decía que era el nuestro, a ochenta mil calles más, después otra vuelta más, y por fin, a donde le dijimos. Claro que al final quiso cobrarnos como guía, y con razón, se había llevado medio día con nosotros. Pero este que está aquí es joven, e incluso español, pero no tonto. Y la compasión tampoco es lo mío.
El caso es que, después de conocer magníficamente la medina, llegamos por fin al restaurante, regentando, cosas de la vida, por una canaria. Harira, una sopa que toman siempre pero especialmente como primero en los días de Ramadán, un surtido de hojaldres, y una ración de pinchitos de cufta (carne), fue el manjar elegido.
A la vuelta nos esperaría otro taxi, otra aventura sobre ruedas y de nuevo el paso por la frontera. Se acabó rápido, solo un día, pero ya estoy deseando volver a Marruecos, y un poco más. Pero quiero hacerlo con amigos, con conocidos, vivir el país sintiéndome y haciéndome sentir un viajero, no un típico turista con cara de dólar. Tienen mucho más que ofrecer de lo que vi, o al menos, verlo de otra manera, desde otra perspectiva. Estoy seguro de ello, y por eso volveré sin pensármelo ni un segundo.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Día 1: Una pequeña gran ciudad por descubrir
Hubo un tiempo, hasta 1925, en el que Ceuta perteneció a la provincia de Cádiz. Supongo que por aquella razón del pasado, o por las cercanías territoriales, ambas ciudades se parecen mucho, diría casi demasiado. Ceuta bien podría ser Cádiz, o Cádiz podría ser Ceuta. Por este motivo, tal vez, yo me sentí en todo momento como en casa en una pequeña gran ciudad que a la vez de ofrecer rincones históricos y artísticos, puede mostrar con orgullo sus amplios kilómetros de playa, su afamado parque marítimo del Mediterráneo o lucir por todas sus calles, y en algún que otro monumento, su particular homenaje a convivencia interracial, al mestizaje más puro y auténtico.
Para ver, se puede empezar por la Catedral y el santuario de Santa María de África. Después, sin prisas, se debería uno perder con la imaginación al poder por las Murallas Reales, auténtico referente ceutí. Datan de la época de dominación árabe (711-1415), y en la actualidad, las murallas, que en parte son navegables, acogen la sede del museo de la ciudad, algunos restaurantes y un mirador. Otros encantos culturales son la visita a los baños árabes, la Casa de los dragones o la fortaleza del Monte Hacho, con unas vistas privilegiadas. Para completar la visita, dos museos, uno convencional, el Museo municipal de Ceuta (pequeño pero interesante), y otro más peculiar, el museo militar de la Legión (también está el de los Regulares).
Por la tarde, después de la visita cultural, nosotros elegimos un poco de tranquilidad y relax para e c uerpo. Una ciudad rodeada de mar, lo ofrece, sea en cualquier parte del mundo donde esté situada, sin lugar a dudas. Pero en el caso de Ceuta, este valor lo han elevado al infinito gracias a César Manrique. El ilustre diseñador canario creó un parque marítimo que pudiera ser usado por los vecinos y visitantes. Usando tres grandes lagos con agua del Mediterráneo y recreando las Murallas Reales, Manrique construyó con gran acierto una zona de “retiro” en el centro de Ceuta.
Cuando cayó la tarde, la noche ceutí comenzaba a arrancar. Era sábado noche, y la fiebre comenzaba a subir para miles de jóvenes ávidos de marcha y desenfreno. Será por eso de que nos hacemos mayores, que en este caso optamos por un plan más tranquilo; una copa, por invitación del Casino de Ceuta, incluido, por cierto, dentro del Parque Marítimo del Mediterráneo. Coincidió nuestra efeméride por cuatros años de amor y felicidad con la celebración de la victoria de Liga del Barcelona. La alegría azulgrana tomó las calles de Ceuta como las del resto de España. Yo, como Atlético no tenía nada que celebrar, al menos este año, y me fui de marcha, pero al hotel.
En Ceuta a 16 de mayo de 2009
Nueva colaboración en www.espaciodigitalcadiz.com
http://www.espaciodigitalcadiz.com/opinion/6327/
domingo, 25 de octubre de 2009
Día 0: Un viaje a otro continente
Para navegar rumbo al vecino continente, ya se disponga a visitar Ceuta o Marruecos, la forma más rápida, que no más barata, de llegar a la otra orilla es, sin duda, el ferry. Varias marcas luchan por atraer a los clientes, pero oferta es exactamente la misma. Mismo precio, mismo servicio. Así que elijan la que más rabia le de, o la que mejor horario le ofrezca (Balearia, Acciona, Euroferrys o Buquebus). Eso sí, nada de aparcar en el interior del puerto, porque sino harán más rico a la Autoridad portuaria, y más pobre a su bolsillo. Hay aparcamientos por las zonas aledañas por el módico precio de un euro, a pagar al señor aparcacoches.
El viaje dura, desafortunadamente, unos 45 minutos. Durante ese espacio de tiempo, estar con los ojos bien abiertos es una buena recomendación. El Estrecho de Gibraltar, lugar donde confluyen el Atlántico y el Mediterráneo, culturas muy diversas y una rica y variada fauna, es una maravilla para los sentidos. Aves de todo tipo, con suerte algún cetáceo, y todo lo que se queda bajo el mar que no vemos, es el precioso paisaje que nos acompaña en nuestro viaje entre dos mares…
… Y Ceuta ya está aquí. Situada en la orilla africana del Estrecho de Gibraltar, en su desembocadura oriental, la ciudad autónoma española limita al norte, al sur y al este con el Mediterráneo y al oeste con Marruecos. El mar y el país vecino son, efectivamente, dos de sus grandes influencias. En este territorio de 19,3 kilómetros cuadrados conviven cristianos, musulmanes y judíos, dando una lección al mundo de que todo ello puede hacerse de forma natural y cotidiana, sin leyes, políticas, ni artificios.
Esta noche toca disfrutar de Ceuta y su gente en buena compañía, la de María José. Con ella me he venido a descubrir una ciudad distinta, marcada por su situación geográfica.
En Ceuta a 15 de mayo de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
Estreno de un ilusionante proyecto: Informativos Giralda Tv

Si quieren verlo, pueden sintonizar el canal 54 de la UHF (a finales de año se podrá ver por TDT) o también pueden verlo a través de http://www.giraldatv.es/
¿Te quieres ver?
miércoles, 7 de octubre de 2009
Nueva colaboración en www.espaciodigitalcadiz.com

http://www.espaciodigitalcadiz.com/opinion/6184/
jueves, 1 de octubre de 2009
Otras imágenes para el recuerdo
Mi pasión por hacer el pino...en este caso en la capital cultural europea, Vilnius.
Preparados para nuestro próximo destino. Empieza ya.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
Día 7: De vuelta a la sartén (Carlos Yagüe)
Iniciamos nuestro retorno a España despidiéndonos de nuestro fiel compañero de viaje, el Opel Corsa, al que dejamos con unos 1.800 kilómetros más en su haber, no sin antes hacernos unas nostálgicas fotografías con él.
Aprovechamos la escala en Frankfurt, para deleitarnos con una pizza. Posteriormente, sufrimos el registro, especialmente José Pablo, de los metódicos germanos, que nos ‘birlaron’ un peligroso batido que queríamos introducir en el avión.
Llegada a Sevilla y ‘bofetón’ de calor, que nos sirve para poner los pies en la tierra y dar carpetazo final a nuestro viaje por los países bálticos, rememorada en estas líneas, presente en cientos de fotografías y siempre viva en nuestra memoria.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Día 6: Saldando cuentas con Riga (Carlos Yagüe)
Antes de llegar a la capital letona, hicimos una parada para visitar el castillo de Trakkai, situado en una isla y rodeado por un lago, en el que las barcas atestadas de turistas hacen negocio.
Sobre las 18:00 horas llegamos a Riga y sin perder tiempo iniciamos una pequeña ruta por los puntos céntricos de más interés de la capital letona. Nos sorprendió la celebración del Día de la Independencia, debido a la cual habían colocado un escenario de grandes dimensiones y un gran número de pequeños comercios, para darle servicio a la multitud que allí se concentraba. En el escenario, una nueva referencia latina, música salsa.
Con una mayúscula paliza en el cuerpo, decidimos dejar para otra ocasión la Riga de noche y nos acostamos temprano para iniciar el retorno con fuerza.
martes, 22 de septiembre de 2009
Día 5: Vilnius a fondo (Carlos Yagüe)
No podíamos dejar de visitar el barrio de Uzupis, conocido por gozar de una Constitución propia, colocada en una pared en ocho idiomas diferentes, lenguas entre las que no se encontraba el español. Los artículos que aparecen en esta Constitución eran más bien simbólicos, y nos dejaron ver, casi por primera vez, el humor báltico.
Agosto debe ser una un mes idóneo para las bodas en Lituania, ya que por toda la ciudad nos encontramos parejas de recién casados inmortalizando el momento junto con una pequeña comitiva de seis personas, incluso durante una visita a un templo, de forma repentina nos dimos cuenta de que estaba a punto de comenzar una ceremonia que enlazaría a una pareja. El acto parecía de lo más simple y carente de la parafernalia a la que estamos acostumbrados en España.
La plaza en la que se encuentra el Ayuntamiento nos recibió con un mercado medieval de lo más conseguido, con actuación musical en directo incluida. A continuación, decidimos almorzar en un sitio típico de Lituania, el Cilis Kaimas. Este lugar sería el equivalente en Andalucía a una Espumosa. Degustamos comida del lugar, con una fuerte presencia de patata. El precio fue sorprendentemente barato, puesto que al cambio pagamos unos seis euros cada uno y nos pusimos finos.
La vuelta al hotel la hicimos por la avenida Gedimini, quizás la más importante de la ciudad. Allí nos encontramos con que a partir de las 19:00 horas no podían circular vehículos, circunstancia que aprovecharon los jóvenes inquietos lituanos para obsequiarnos con una ‘bohemiada’ de primera. Tranquilamente, se sentaron en el suelo y empezaron a leer, mientras que varios fotógrafos capturaban el instante.
Una cena en el restaurante del hotel fue solo el principio de una gran noche, en la que tras desechar acudir a la exótica Pacha Vilnius, entramos en Prospekto, un local que no estaba en su mejor noche, pues tiene fama de ser un sitio de encuentro para los estudiantes Erasmus. El sol de la mañana nos sorprendió en el camino de vuelta al hotel.
jueves, 17 de septiembre de 2009
Día 4: La Suiza letona, Kaunas y la meca, Vilnius (José Pablo García)
Después de esto, y una vez decidido en cónclave viajero en el Opel Corsa, elegimos desviarnos antes de llegara a Kaunas, nuestro próximo destino ya en Lituania, para ir al Palacio de Rundale, uno de los monumentos más visitados de Letonia, aunque no sea gran cosa. Según cuentan, el edificio es una excelente muestra del barroco construido entre 1736 y 1740. Nosotros, además de verlo, aprovechamos para coger unas ricas manzanas, base de nuestra futura alimentación en los Bálticos.
Con mejores indicaciones que en Riga, también, llegamos al que era nuestro hotel, el que habíamos reservado, el Europolis (bueno, bonito y barato), pero el overbooking hizo que nos tuvieran que cambiar a otro de similares o mejores características, el Crown Plaza Vilnius, un cinco estrellas, y uno de los mejores establecimientos hoteleros de la capital. Planta 11, vistas panorámicas y un subidón propio de la situación. Había que celebrarlo, y para ello fuimos a la elitista discoteca Pub Latino. Como en las películas, por allí andaban los magnates resoplando una mezcla de olor a tristeza, soledad y vodka, las putas fingiendo sonrisas y las drogas yendo y viniendo en una particular autopista con unos peajes muy altos que algunos prefieren pagar. Nosotros, a nuestro rollo bailamos los temas de la noche: la lambada, Los Manolos, la rumba de María Dolores y otros clásicos. Como en casa.
En Vilnius, a 20 de agosto de 2009
lunes, 14 de septiembre de 2009
Día 4: La suerte del viajero (Carlos Yagüe)
Un rápido vistazo por el Parque Nacional de Gaujas precedió a nuestro retorno a la carretera con dirección a Lituania. Antes de llegar al más sureño de los tres países bálticos que visitamos, nos dimos una rápida vuelta por el castillo Rundale, espacio monumental en el que nos aprovisionamos de manzanas en los árboles colindantes.
La frontera lituana no nos dejó una grata impresión. Carretera en obras que nos dieron la sensación de haber recibido como agua de mayo las ventajas, en forma de subvención, de pertenecer a la Unión Europea. En las vías bálticas llaman la atención el alto porcentaje de camiones y vehículos pesados en comparación con el escaso número de turismos que se observan. La única explicación que encontramos para este fenómeno es que en estos países hay mucha menos gente que viaja por placer que en España, por ejemplo.
Nuestra idea de Lituania se endulzó cuando llegamos a Kaunas. El ambiente en esta, la segunda ciudad más relevante del país, era agradable, con las terrazas de la zona céntrica llenas y no sólo de visitantes, sino también de lituanos, que disfrutaban de su tiempo de ocio. La noche asomaba y con tristeza por el escaso tiempo que pasamos en Kaunas, partimos hacia Vilnius, capital lituana, de la que nos separaban unos 100 kilómetros. Vilnius nos recibió con grandes edificios iluminados y con una gran incógnita: ¿dónde está nuestro hotel?
Teniendo en cuanta la hora, más de las 11 de la noche, hicimos primar nuestras ganas por instalarnos sobre el dinero, y de nuevo, al igual que en Riga, le pagamos a un taxista para que nos guiara. La suerte del viajero se alió con nosotros. A la llegada al hotel Europolis, el que teníamos concertado, nos comunicaron que nos habían buscado otro alojamiento por haber llenado ya todas las habitaciones, enviándonos al Crowne Plaza, de cinco estrellas.
Ahí estaban dos tíos ‘tiesos’ como nosotros en su habitación de cinco estrellas en mitad de una euforia que nos empujó a conocer antes la Vilnius de noche, que la de día. Aconsejados por el recepcionista nos dirigimos al Pub Latino, con nuestro taxi en la puerta, como los señores. Allí nos encontramos un ambiente muy peculiar. Mujeres despampanantes junto a tipos con pinta de mafiosos rusos. Olía ligeramente a prostitución.
Peculiar, sin duda, es estar en Lituania y que empiecen a sonar ‘Los Manolos’, y observar atónito cómo siempre te has creído bastante torpe bailando y si te pusieras serías el rey de la pista al lado de los movimientos imposibles de los lituanos. Para decirle adiós al jueves, volvimos a ejercer de ‘guiris’ y nos tangaron en el taxi cobrándonos casi el doble de lo que pagamos en el camino de ida. Al pedirle explicaciones al ‘chauffeaur’, casualmente no tenía ni idea de inglés.