miércoles, 28 de octubre de 2009

Día 1: Una pequeña gran ciudad por descubrir


Hubo un tiempo, hasta 1925, en el que Ceuta perteneció a la provincia de Cádiz. Supongo que por aquella razón del pasado, o por las cercanías territoriales, ambas ciudades se parecen mucho, diría casi demasiado. Ceuta bien podría ser Cádiz, o Cádiz podría ser Ceuta. Por este motivo, tal vez, yo me sentí en todo momento como en casa en una pequeña gran ciudad que a la vez de ofrecer rincones históricos y artísticos, puede mostrar con orgullo sus amplios kilómetros de playa, su afamado parque marítimo del Mediterráneo o lucir por todas sus calles, y en algún que otro monumento, su particular homenaje a convivencia interracial, al mestizaje más puro y auténtico.


Para ver, se puede empezar por la Catedral y el santuario de Santa María de África. Después, sin prisas, se debería uno perder con la imaginación al poder por las Murallas Reales, auténtico referente ceutí. Datan de la época de dominación árabe (711-1415), y en la actualidad, las murallas, que en parte son navegables, acogen la sede del museo de la ciudad, algunos restaurantes y un mirador. Otros encantos culturales son la visita a los baños árabes, la Casa de los dragones o la fortaleza del Monte Hacho, con unas vistas privilegiadas. Para completar la visita, dos museos, uno convencional, el Museo municipal de Ceuta (pequeño pero interesante), y otro más peculiar, el museo militar de la Legión (también está el de los Regulares).


Por la tarde, después de la visita cultural, nosotros elegimos un poco de tranquilidad y relax para e c uerpo. Una ciudad rodeada de mar, lo ofrece, sea en cualquier parte del mundo donde esté situada, sin lugar a dudas. Pero en el caso de Ceuta, este valor lo han elevado al infinito gracias a César Manrique. El ilustre diseñador canario creó un parque marítimo que pudiera ser usado por los vecinos y visitantes. Usando tres grandes lagos con agua del Mediterráneo y recreando las Murallas Reales, Manrique construyó con gran acierto una zona de “retiro” en el centro de Ceuta.



Cuando cayó la tarde, la noche ceutí comenzaba a arrancar. Era sábado noche, y la fiebre comenzaba a subir para miles de jóvenes ávidos de marcha y desenfreno. Será por eso de que nos hacemos mayores, que en este caso optamos por un plan más tranquilo; una copa, por invitación del Casino de Ceuta, incluido, por cierto, dentro del Parque Marítimo del Mediterráneo. Coincidió nuestra efeméride por cuatros años de amor y felicidad con la celebración de la victoria de Liga del Barcelona. La alegría azulgrana tomó las calles de Ceuta como las del resto de España. Yo, como Atlético no tenía nada que celebrar, al menos este año, y me fui de marcha, pero al hotel.


En Ceuta a 16 de mayo de 2009

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