viernes, 21 de noviembre de 2008

DÍA 23: Las maravillas naturales de Albacete

Las marchas vuelven a la vida de la Ruta. Hoy tenemos por delante una de 18 kilómetros desde el nacimiento del Río Mundo, en Riópar (Albacete), hasta Arroyo de la Sierra. Me toca ir en los quetzales, los primeros de la fila, sin mucha fuerza y con la gorra perdida quién sabe dónde en pleno mes de julio del verano nacional.

Fotos: nacimiento del Río Mundo / Con Jorge, el peruano de mi grupo, y la famosa gorra amarilla / un instante de la preciosa bajada de la Sierra de Alcaraz, última parada antes de llegar a Arroyo de la Sierra.


Por suerte, la providencia divina pone en mi camino una gorra, amarilla, pintada y fea, pero que me dará la vida en la montaña. La necesidad en ruta también me hace resurgir cual Ave Fénix. El cansancio de la noche anterior, solo tres horas de sueño, se olvidan. Se ha perdido un grupo y hay que buscarlo. El silbato, muy importante en la montaña en situaciones de emergencia, es efectivo. La ayuda se hace más que necesaria para Paloma, una chica que sufre vértigo, y para Julia, que está débil. También para otros muchos. Hay que ayudar a los menos fuertes.



Al medio día, en plena solanera, una exhibición de cetrería. Mientras, este señor, usa ese bendito tiempo para darse un homenaje en forma de siesta, a la sombra, eso sí. Y después bajada por la Sierra de Alcaraz (una comarca manchega histórica del suroeste de la provincia de Albacete) y sus magníficos paisajes kársticos. No sabía que Albacete tuviera tantas y tan bonitas montañas. Recibimiento en Arroyo de la Sierra por parte de sus habitantes con bailes y cantes típicos, ducha fría al aire libre y a las diez de la noche y cama para dormir. Esto último, sin duda, un auténtico placer.


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