domingo, 2 de noviembre de 2008

DÍA 18: Surcando el Canal de Panamá (II)

Pie de foto: arriba una imagen general del Canal de Panamá / la esclusa de Pedro Miguel / paso por la esclusa de Miraflores / Mítica foto de coches de choque panameños en la fiesta de despedida (de izq. a dcha.: JP, Irene, Agustín Pacheco y Palma).
El misterio de la ingeniería moderna por el cual se explica el funcionamiento de las esclusas, solo se entienden, por muchas letras que se hayan leído con anterioridad, cuando estas dentro de la esclusa y una compuerta se cierra, el agua baja hasta el nivel del siguiente paso y acto seguido se abre la compuerta contigua. No se empeñen en visualizarlo. Ahorren y vengan a verlo. Yo he hecho lo segundo, lo primero lo pagó el BBVA por mí, y estoy realmente contento con la clase práctica.
Primero fue la esclusa de Pedro Miguel. En la proa del barco, me evadí de gentes y ambientes y reviví el proceso de paso de millones de cargueros que transportan el alimento, la ropa y otros caprichos, para repartirlos a lo largo y ancho de este gran mundo que nos ha tocado vivir.


En el segundo paso, la esclusa de Miraflores, tan sólo contemplé, y conseguí tocar las paredes del Canal. Dice la leyenda, y el capitán del barco, que quien las toca tendrá amor eterno. Espero que así sea.

Con mito o sin él, continuamos nuestra navegación lenta pero agradecida hasta llegar a nuestro destino final. Desembarcamos con la música de Libélulas, reparadora, como la mejor de las medicinas, de todos los males y mareas de abordo. Más tarde pusimos rumbo a nuestro último campamento en Panamá, la Sociedad Española de Beneficencia. Hogar español en suelo panameño, nada mejor para nuestra adaptación a la patria anhelada a la que pronto volveríamos. Cuartos de baño, todo un lujo; Piscina, casi un paraíso; y pista de tenis... ¡Qué decir!


Por la noche, fiesta. Desmadre controlado y comilona. Y eso que llevaba dos días con diarrea. Pero señor, como dice mi abuela, si tienes ganas de comer algo con muchas ganas, seguro que te sienta bien. Por la noche me acordé del menú, pero ya lo daba lo igual, lo había disfrutado.


Antes de dormir, un poco de periodismo y alegría. Una conexión en directo con el programa de la Cadena COPE a Cielo abierto hecha por el compañero Dani, con sorpresa incluida a Corrado, mi chico venezolano, al que le pusieron a su madre al teléfono.

En el Canal de Panamá a 6 de julio de 2008

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