lunes, 1 de diciembre de 2008

DÍA 26:Hoy no toca madrugar

Mi mañana comienza hoy a la una del mediodía, cuando el sol ya está a pleno rendimiento y las calles en orden. Casi en el infinito veía este momento que ahora revivo después de estar casi un mes ganándole en la carrera matutina al amanecer.


Me quedé sin ropa por mandarla a la lavandería del hotel, pero la necesidad siempre agudiza el ingenio, aunque este pueda parecer ridículo. Me pongo el bañador, el forro polar y las chanclas, los únicos ropajes que quedaban medio limpios, y me dispongo a visitar relajadamente algo de Toledo. El cuerpo quiere descanso y tampoco me convierto en un guiri, a pesar de vestir a su imagen y semejanza.


Sopa castellana calentita y carcamusa (un guiso de cerdo con un toque picante), es decir una típica comida manchega como homenaje. Señora siesta, de las que nunca se olvidan; pizza en el hotel a lo tele filme americano...y se acabó el sueño.


Marcaba las cero horas en el reloj del puesto de guardia de la Academia Militar de Toledo cuando el taxi me dejó en la puerta. La entrada en el pabellón, donde dormían los chicos, nunca la olvidaré. Fue como la mili, pero al revés, como si empezará por el final. Subí las escaleras, y aunque lógicamente nunca había estado allí, el sitio me pareció familiar. Allí estaban mis soldados, prestos a dormir tras el toque de diana. Pero cuando entró este capitán, se rompieron filas, y la disciplina se fue al traste, como cuando los familiares se despiden de sus hijos, hermanos y maridos que van a la guerra. Llegaron todos con abrazos y mucho cariño, y con una marca de guerra elaborada en el tiempo libre que tuvieron en la ciudad imperial: un tatuaje que ponía “Amor de JP”. Este capitán no cabía en sí mismo, y aguantó el tipo por eso del rango, no porque el corazón no le hubieran tocado.



Después de la emoción, los monitores tuvimos una mini celebración en uno de los comedores de la academia. Y acto seguido, la fiesta del sueño. Yo elegí una camareta tranquila con el que más sabía del ejército, el señor Juan Manuel Gea, pero anoche no dormí. Será que me estoy acostumbrando al suelo...




En Toledo, a 14 de julio de 2008

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