lunes, 22 de diciembre de 2008

DÍA 32: Fiesta gastronómica: hoy comemos paella




La tranquilidad sigue siendo la tónica dominante por segundo día consecutivo, y esto ya empieza a ser preocupante. Tras un despertar sereno y un buen desayuno, nos fuimos a hacer la actividad de la mañana, una muestra del agua en los ríos cercanos a la zona de acampada en Berlanga de Duero. De PH, dureza, turbidez y otras características del H2O iba la cosa, pero la sombra de los chopos, y el cansancio acumulado, haciendo muy difícil prestar atención a la charla. Carlos, el médico, fue testigo de lo que me costó aguantar con los ojos abiertos.

Al medio día, llegó la fiesta de la gastronomía a la plaza de Nuestra Señora del Mercado, patrona de la villa. Con lo de la fiesta me estoy refiriendo a la clásica y española paella dominical, con langostinos incluidos, preparados con cariño y esmero por Argui y sus equipo.



La tarde sería para disfrutarla a medida y gusto de cada cual. Mis chicos, comieron, visitaron el pueblo, y descansaron. Este servidor vio la etapa reina del Tour de Francia junto a Gea, monitor y grana amante del ciclismo, visitó el castillo y la colegiata, donde se guarda el lagarto que Fray Tomás de Berlanga trajo de Panamá, y volvió a comer.


A las siete estaba previsto el bautizo del hijo de uno de los titiriteros, y así se produjo, con más de 300 invitados ruteros. Una celebración especial, sin duda.

Yo y mi talón, convaleciente todavía de l caída de la litera en Arroyo de la Sierra, no podíamos más y nos fuimos a la tienda a descansar. Fue tan profundo el sueño que allí me quedé dormido hasta que Adri, uno de mis chicos, me despertó en mi profundo dormitar. Llegué una hora tarde a comer, y el castigo, merecido, fue servir la comida a los 350 chavales, cuerpo médico y monitores. Fue por obligación, pero me eché unas buenas risas entre platos y delantales.

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