Contaron sus miedos y sus preocupaciones iniciales, sus cambios durante estos días, sus relaciones, sus proyectos a partir de ahora, y se emocionaron. Al principio fueron algunos, pero después, todos a una, llorando como una magdalena gigante. Los hombres también lloran. Todos, sin excepción, incluido el monitor, que desde el principio ha querido ser uno más de ellos, y según mis niños, lo ha conseguido. Orgulloso del grupo y de cada uno de las personas que lo han formado es como me he sentido durante la Ruta, como me he sentido en esos momentos y como me sentiré siempre.
Pero todavía los más grandes tenían una sorpresa para mí en una noche caótica que ahora explicaré. Los Perrunas me habían preparado un detalle muy grande. Con las luces de pescador (barras que se encienden cuando se agitan) me prepararon un gran mural en medio de la noche que decía “JP. TK.” Cuando salí a la ventana del pabellón de Boadilla del Monte y vi esa obra de arte debajo de mis ojos, no sabía que decir ni que hacer. Creo que no se podía pedir más del grupo 13, dieron siempre el 110 por ciento, hasta el último día, hasta el último momento.
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