sábado, 24 de enero de 2009

Día 38: Se acerca el punto y seguido



El recién inaugurado tren AVE especial “Ruta Quetzal” que nos lleva desde Zaragoza a Madrid, marca el final de una aventura, o mejor, el principio del comienzo. A pesar de la comodidad de los asientos, de la que doy fe, los chicos, sus nervios y el ajetreo, no dejan a casi nadie descansar. Son los últimos momentos y hay que apurarlos a tope, como si en ello se fuera la vida. Se escriben recuerdos pasados y deseos futuros en sus cuadernos, intentan comprar en el bar la penúltima lata de coca cola “ilegal” en su cruzada propia de la edad a favor de lo prohibido (no pudieron porque los monitores llegamos a tiempo) y ríen, y lloran.




En el tren, para no variar, se queda algún gorro, algún boli extraviado, o un libro que dejaron olvidado en sus asientos. Son las cosas de la Ruta. Lo que se llevan bien puesto es las ganas de sentir, la pasión, por lo vivido y por lo que vendrá a partir de ahora. Antes de que las lágrimas lleguen al Río, pongamos por caso el de Los cocodrilos de Panamá, es el turno de recoger el diploma en la Universidad Complutense de Madrid que los acredita como auténticos aventureros, como jóvenes que se han convertido a marchas forzadas en hombres y mujeres. También hacen las evaluaciones de todo lo vivido sobre el papel. Esperemos que a los monis no nos den mucha caña.


Por la noche se prepara la última mochila, se hace la última cena, y se cuentan los últimos chistes. A partir de entonces, la emoción embarga a todos los que hemos formado parte de esta gran vivencia, empezando por los chavales, los grandes protagonistas, y terminando por los monitores, sin olvidarnos de los que siempre han estado en el campamento, los que han vivido la auténtica Ruta, el equipo médico, el profesor de música, etc.

En Boadilla del Monte a 26 de julio de 2008

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