martes, 13 de enero de 2009

DÍA 36: Expo de Zaragoza, la fiesta del agua

Pie de foto: la Torre del agua / antes de la entrada al recinto de la Expo de Zaragoza en el Meandro de Ranillas /pabellón de Andalucía / un momento del espectáculo del Circo del Sol delante del pabellón de Aragón / foto de familia después del almuerzo /Fluvi, la mascota


Desde el comienzo de la Ruta Quetzal 2008, el agua no nos ha abandonado nunca. En Panamá siempre estuvo presente con lluvias interminables, tormentas tropicales o con la humedad diaria. Pero también, la ausencia de ella nos marcó durante algunos pasajes de la aventura. Precisamente por unos y otros avatares, supieron, o nos incluimos todos, supimos valorar el líquido elemento.


En España, y a pesar de ser verano, nos sorprendió el agua ligeramente en Madrid y con más intensidad en Berlanga de Duero. Pero el culmen, la guinda a la fórmula mágica del H2O, la vivimos todos en la Exposición de Zaragoza. Ha sido la celebración perfecta para la aventura quetzal. Ciento de pabellones de comunidades autónomas, incluida la andaluza, de países, temáticos, mucho calor, y un gran negocio en torno a todo ello.


La visita, intensa, se dividió en dos partes. La primera con el grupo. Inteligentes y hábiles, el grupo 13 nos libramos de varias colas con la cantinela de que veníamos con la Ruta Quetzal. No hay duda que han aprendido pronto de la poca vergüenza del monitor. Así fue como en tan solo cinco minutos nos colocamos dentro de una de las atracciones más demandas por los visitantes, Agua Extrema, pabellón en el que se recreaba un tsunami, y en el que el visitante se moja, pasa frío e incluso algo de miedo.




A la salida fuimos al Pabellón del Faro, al de la Sed (que la fuerza de la mente crea nada más entrar por la puerta) y a decenas de pabellones nacionales e internacionales. Me quedo con el vídeo que proyectaban en el Pabellón de la Comunidad de Madrid sobre el Canal de Isabel II, los audiovisuales del pabellón andaluz, la cabalgata del Circo du Soleil, la animación de los países caribeños y la restauración de los destinos más exóticos. Lo que sobra es, sin duda, agua. Tanto monotema acaba cansando al mejor pescado del mundo, ya sea el señor boquerón, la señora merluza o la señorita dorada.




Con el cansancio, propio del evento, y un regalo más en la saca por mi cumpleaños (un torito de peluche con pasodoble incluido cuando lo tocabas), pusimos rumbo a la Academia Militar de Zaragoza. Se acaba el tiempo, y los chicos no pierden un segundo. Comienzas el tráfico intenso de anuarios donde dejan constancia de sus emociones y sentimientos, donde firman, donde ponen sus datos, y mucho más. Por supuesto, son momentos en los que los sentimientos van subiendo al infinito. Es hora de aprovechar al máximo.




En Zaragoza a 24 de julio de 2008

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