miércoles, 24 de septiembre de 2008

DÍA 13: Santa Librada nos guía


Pie de foto: Marcos, Dani, Cillero, David, un servidor, Dani y Jorge antes de comenzar la ruta desde Sardinilla hasta Santa Librada / El grupo de apoyo de protección civil / Antes de dormir, en el altar de la iglesia, junto a Santa Librada y la improvisada capilla / Recogida del campamento antes de empezar el gran día, el Camino Real que nos llevaría hasta los emberás.
El cielo sólo reposó por unos momentos. A primera hora de la mañana, de nuevo a la carga. Un gran aguacero nos fastidió las tareas de recogida de un campamento ya destruido de por sí por las inclemencias del tiempo en la madrugada pasada. Las prisas hicieron que sobre la arena húmeda quedara un reguero de prendas y pertenencias personales. Platos sin forma, ropa empapada, trozos de tiendas maltrechas y un largo etcétera. La paciencia fue el único remedio que se puede recetar en estos casos, máxime cuando no hay un metro cuadrado a la redonda donde resguardarse. Mojados, casi sin desayunar, y agotados, comenzamos el camino mágico que conducirá a los Emberás.

Hoy partimos desde Sardinilla hasta Santa Librada. Los equipos van cargados con lo básico, y un poquito más. Los chicos no paran de quejarse, pero sé que serán fuertes y conseguirán llegar a la meta de San Juan de Pequení, donde nos espera la tribu emberá. Antes, para recuperar fuerzas, montamos el campamento en Santa Librada, un pequeño asentamiento en el que tan solo se encuentra una escuela y una iglesia para las comunidades cercanas. Cojo sitio pronto y me instalo en la iglesia. Mi aislante y mi saco sábana lo coloco en el mejor lugar, el más protegido, a la vera de la Virgen, Santa Librada. Me protege de las inclemencias de dormir en la selva, pero ni ella puede librarme de los temidos mosquitos.

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