El ferry que nos lleva
de vuelta a la capital sale a las 14.15 h desde el nuevo puerto (ojo con esto
que el nuevo está bastante separado aunque los griegos los unen cuando les
place en autobús). Tenemos tiempo para un delicioso desayuno con vistas al mar
desde nuestro Hotel Olía (el auténtico era el Maki´s place, igual
pero familiar, pero había overbooking) y una escapada rápida al paraíso.
Una
pequeña cala que hay junto a la playa de Ag. Sostis. Era temprano, las 9.30 h,
aunque ya llevaba tiempo calentando Lorenzo. El mar estaba movido pero
transmitía calma. Nosotros y los peces, no había nadie más. Era una sucursal
del paraíso en la tierra y, por supuesto, tiene bar, el del bueno de Kikis; el
más auténtico de toda la isla, con sus hojas de parra, sus mesas añejas, el
pescado recién cogido y un servicio escueto (de 12 a 19 h), como me gusta a mí,
hasta que se acabe el género fresco.
Deberíamos de haber ido
a la isla de Delos (barcos diarios desde
la capital), una de las ciudades más importantes de la antigua Grecia, pero
nuestro ferry de la compañía Blue Star nos esperaba. Empezaba la cómica odisea
ni escrita por Javier Gurruchaga. Para viajar barato hay que elegir la clase
económica y con ella no se tiene garantizado el asiento (lo ideal es llegar al
puerto con tiempo para ser los primeros), aunque si el entretenimiento. Los tiesos tienen que buscarse la vida en sillas de plástico mal puestas en los pasillos, en los bancos colocados sin orden en la cubierta o en los cotizados sillones del bar.
Hay
que ser rápido y luchar con griegas castizas por el mejor sitio. Ellas peinan
canas y a la vez experiencia en estas pequeñas batallas, y como la octogenaria
que me tocó al lado, sin preguntar, te quita la mitad de tú asiento, eso solo
los primeros cinco minuto. Después llega el de los “mostachones de Utrera” al
estilo griego, una especie de textura de chicle elaborado con huevo y
recubierto de oblea. Eso para el que quiera porque los pasajeros llegan bien
provistos de comida. Hasta 20 sovlakis (como nuestros pinchos de cerdo) se
metió entre pecho y espalda mi vecina de mesa. ¡Una barbaridad! Poco tiempo más
tarde, a la hora de la telenovela, se sube el volumen de la Tv y se para el
tiempo…hasta que el llanto de un niño que se ha perdido lo rompe. Hasta llegar
todavía quedará algún capítulo más en este particular camarote de los “Hermanos
Marx Papaulos”. Y al llegar al puerto del Pireo (Atenas), no se relajen. Los
carteristas tienen un horario amplio y una destreza inusitada, e incluso saben
español. Como a la ida ya tuve que sufrir el intento de robo, a la vuelta me
permití el lujo hasta de hablar con ellos. No hay manera de combatirlos, tan
solo estar bien despiertos y dejarles claros que vosotros también venís de
vuelta.
En el Mar Egeo, a 10 de
julio de 2012.
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