Los días en la capital
en la temporada estival empiezan, obligatoriamente, al alba. Las altas
temperaturas (alcanzan los 40 ºC) junto a la humedad, hacen de la visita casi
una tragedia griega. No es ninguna locura, por tanto, empezar el recorrido a
las 8 de la mañana para ser el primero en entrar, con varios grupos de
aborregados turistas también, en la Acrópolis (12 € con acceso también al
Ágora, Olimpeion, el Teatro de Dionisio, etc. Los domingos la entrada es
gratuita). Un viaje a Atenas se justifica tan solo con esta visita que tiene su
momento culmen en el Partenón o Templo de Atenea virgen, o lo que es lo mismo,
el máximo exponente artístico de la Grecia Clásica.
Aunque pudiera parecer
que ahí acaba la visita a la ciudad, nada más lejos de la realidad. No siga a
la manada de autobuses turísticos que harán creer al turista que todo empieza y
acaba aquí. Muy cerca, en el Ágora, lo que fue el centro de la vida pública, se
encuentra, por ejemplo, el Templo de Efeso, el mejor conservado del mundo
griego clásico. Después de tanta piedra, que aunque no lo parezca también
cansa, se puede pasear por una de las céntricas plazas de Monastiraki o Plaka y
ver el diario de los atenienses hasta llegar hasta la Plaza Syntagma, el
corazón de la urbe.
Atenas es sinónimos de
muchas palabras, también de Olimpiada o Juegos Olímpicos, que por cierto no son
lo mismo. Para la gente en general y para los amantes del deporte en
particular, una visita al Estadio Olímpico (3 €, pero no es necesario acceder
porque desde fuera se ve todo el recinto), es obligada. Los primeros Juegos de
nuestra época (1896) se celebraron aquí y en este mismo espacio se situaba el
originario edificio construido en el 335 a.C.
Por la tarde se puede
visitar la zona de Omonia (Ayuntamiento), pero esto último (siempre contando
con una jornada de visita) solo si sobra tiempo para subir la Monte Likavitos
(una sufrida pateada o 7 € en funicular), los 227 metros que marcan el paraíso
desde el que se divisa Atenas. Y para rematar el día, empezamos con la gastronomía,
otro concepto que inventaron los griegos: tzatziki (yogurt fresco con
pepino y ajo), ensalada griega con queso feta y moussaka (berenjena
rellena de carne picada y con bechamel en el Restaurante Alexander.
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