domingo, 22 de enero de 2012

Día 4: París alternativo

Dos traductoras e intérpretes, Elena y Alejandra, nos mostraron la ciudad más alternativa. Para empezar con buen pie un día cualquiera de compras, siempre con la cartera llena, visitamos la Rue Mouffetard, repleta de sabores, olores y colores de la completa gastronomía francesa. Los puestos ambulantes se apiñan con copiosa cantidad de frutas y verduras, a los lados se mezclan las tiendas con sabor a barrio pero con un toque chic. Son muchas pero tal vez un imprescindible es Androuet, un pequeño comercio muy oloroso con los mejores quesos del país y regentado por un bonachón tendero salido de las historias de Astérix y Obelix. Dos pasos más hacia arriba, sorteando a los viandantes por la angosta vía, se llega a Le verre à pie, un café bistró de lo más auténtico de los que se despacha en la capital a buen precio y con comida casera.




Siguiendo a paso rápido durante un largo paseo o tomando varias estaciones de metro, visitamos la antigua morgue de París hoy día rehabilitada y reformulada como centro cultural (Le 104). Una maravilla digna de visitar que hace que la envidia sana de los ciudadanos que llegamos del norte de Marruecos (o llámese España) veamos con ilusión lo que llaman Europeísmo y modernidad.



Y no hace falta deshacer los pasos hasta Cádiz para volver a llegar a África aún sin salir de París. En la Rue Dején se sitúa el mercado africano, un trocito de este continente en la metrópolis. Sus ropajes, su comida, su hábitos su tradiciones. Y muy cerca, ya en el París tradicional, otro lugar marcado en rojo para los amantes de lo distinto, un paseo por el Quai de Seine y, en cualquiera de sus dos orillas (para eso hay un barco que las une), se puede ir al cine, lo más francés que haya en cuanto a cultura se refiere (Cines MK2). Y mejor irse con tiempo, las colas están sea lunes, martes o domingo. Y antes de dormir, un baño en una piscina de principios de siglo XX.


En París, a 28 de octubre de 2012.

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