viernes, 23 de julio de 2010

Día 4: De la montaña a la costa


En Croacia amanece muy temprano, casi a las cuatro de la mañana. Depende del habitáculo donde esa noche toque dormir, y la existencia o no de persianas, el madrugón es de mayor o menor entidad. Hoy hemos tenido suerte con la casa de nuestros anfitriones croatas y la temprana hora de puesta en marcha, las 7.30 horas, ha sido voluntariamente elegida.


Poco después del desayuno nos pusimos en dirección al Parque Nacional de Plitvicka Jezera (Lagos de Plitvicka), situados en el centro del país y en donde se pueden ver 16 lagos repartidos por sus más de 30.000 hectáreas de extensión. La visita del entorno natural, el más importante del país y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, bien merece una visita, a pesar del abusivo precio de la entrada: 110 kunas (aproximadamente 15 euros).



Tras la calma del sitio natural, la carretera, siempre en buenas condiciones pero habitualmente, como en este caso, de un solo carril, nos llevó tranquilamente a nuestro primer acercamiento con el duro y puro turismo en Croacia. Nuestro primer objetivo de la Costa Adriática es Zadar, una zona que se vio muy afectada por la Guerra de los Balcanes por su situación estratégica y que ha sabido restaurar todo su patrimonio del que destaca, sobre manera, la Iglesia de San Donato, una basílica medieval que se considera uno de los monumentos más importantes del país. Además del tránsito por sus atestadas calles, es obligado en Zadar un paseo por la Nova Riba, un cuidado paseo marítima a orillas del mar Báltico (en donde aproveché para darme un baño) que termina en un invento de lo más particular: un órgano del mar construido con agujeros que en su interior reciben la fuerza aleatoria de las olas produciendo un bello sonido creado por la naturaleza. ¡Una idea fascinante!



Y tras la melodía, pusimos rumbo, esta vez por autopista (siempre de dos carriles, en buen estado y de pago) hasta Trogir. Los cambios e improvisaciones del viaje hicieron que acabáramos durmiendo en un pueblo a tres kilómetros de nuestro destino, Seget Vranjica. La habitación con terraza al mar, la cercanía del hotel a la playa, a cuatro pasos contados y los regateos con el dueño, hicieron que la ruta fuera modificada por tan evidentes razones. Brindamos con cerveza por ello.




En Seget Vranjica (Costa Dalmática), a 5 de julio de 2010.

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