martes, 20 de julio de 2010

Día 3: Rastoke, maravilla natural no declarada


Amanecimos en Zagreb, capital de Croacia y principal centro cultural y político del país. Al no estar situada en la costa, el turista de sandalias y toalla suele pasar de ella. Graso error teniendo en cuenta su monumentalidad y la vida de sus calles y bien decoradas terrazas.

La visita tiene dos partes bien delimitadas, el Gornji grad, barrio alto, y el Donji grad, barrio bajo. En la parte alta pueden verse la mayoría de atractivos de la capital: la animada plaza Josip Jelic, la catedral, con especial atención al púlpito barroco de 1696 y el dolac o mercado, que además de buena fruta y verdura os dará una perfecta instantánea del sentir diario de esta ciudad (llama mucho la atención las sombrillas, en vez de toldos, que usan los tenderos). Otro detalle muy curioso en esta zona es la capilla que hay en plena calle, justo bajo el arco de Kamenita Vrata, y en la que los croatas rezan con fervor, y el tejado cubierto de tejas policromadas de la iglesia de Santa Marka. En la parte nueva me sorprendió el Teatro Nacional. Sus zonas ajardinas o algunas de sus plazas son otras buenas opciones para pasear por Zagreb.




Después de la visita, y con el mercurio estancado en los 30 grados, es decir, un calor considerable, nos instalamos en una fresca terraza de una cadena nacional, VIP, para ver a Rafa Nadal disputar la final de Wimbledon y de camino comer algo.




Tras el tiempo de asueto, pusimos rumbo al Parque Nacional de Plitvicka Jezera, que mañana visitaremos. Pero antes, y por recomendación personal de una de las chicas de la oficina de información turística de Zagreb, cambiamos la ciudad de Karlovac por Rastoke. Esta pequeña aldea que pertenece al condado de Slunj ni tan siquiera en los mapas, por suerte. Una decena de casas perfectamente situadas entre cascadas y saltos de agua salpicados por zonas verdes y boscosas, conforman la preciosa postal de este rincón del mundo donde con la mejor de las sinfonías, la que crea el agua, se puede alcanzar un climax natural al completo.


Tras el éxtasis, conseguimos alojamiento en casa de una familia croata, a tan solo unos kilómetros del parque. Esta práctica es tan repetida como recomendable, y totalmente legal (nada más alojarte te piden el pasaporte para inscribirte en el registro nacional del ministerio competente). Por solo 13 euros, al cambio, disfrutamos de un trago de rijeka (orujo) en familia y un merecido descanso.


Camino del Parque Nacional de Plitvicka jezera, a 4 de julio de 2010.

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