domingo, 18 de julio de 2010

Día 2: El lago Bled y una cita pendiente en Ljubljana


Nuestro lugar estaba hoy en la naturaleza, más concretamente en Bled (desde la capital hay que tomar el bus número 7 desde la estaciones de autobuses. El viaje dura 1 hora y 20 minutos y el precio del billete es de 6,40 €). Este pequeño pueblo que pertenece a la región de Gorenska bien merece la pena visitarlo, aunque solo sea por su lago. 2.120 metros de largo, 1.380 de anchura y 30 metros de profundidad; en invierno, apto para el patinaje, en verano, por sus aguas cristalinas, dispuesto a ser remado por avanzados e intrépidos remeros; pero sobre todo, Bled es una postal hecha realidad y, por suerte, no muy avasallado por el turismo.

Carlos y un servidor, grandes amantes del deporte, teníamos claro desde antes de llegar que queríamos emular a la pareja masculina de remo compuesta por Iztok Cop y Luka Spik, del Club de Remo Bled, y medalla de oro olímpica en Sydney 2000, la primera de este metal para el país. Empezamos mal, como patos mareados a los remos, pero fuimos avanzando, aunque no tanto como para llegar a tiempo a un islote que hay en medio del lago y volver a embarcadero en menos de una hora, lo que teníamos contratado. Tuvimos que emplear media hora más y nos consta que a los eslovenos con una hora les sobra… No obstante, como recompensa, me tomé un baño, en calzoncillos eso sí (no llevaba bañador) en tan dulce y fresca agua, más tarde una cerveza en una terraza con vistas a los Alpes julianos y camino a la capital.



Allí, además del resto de monumentos y atracciones turísticas que nos quedaban por ver, comenzando por el castillo que reina en lo más alto de la ciudad, teníamos una cita pendiente en un restaurante de los auténticos del que nos enamoramos nada más verlo, el Compa. Les traduzco al español lo que comimos: un generoso plato de queso, jamón esloveno, y una carne con un variado de carnes y verduras. Todavía sigo harto de solo pensarlo.



La mejor manera de bajar la comida hubiera sido bien a la selección jugar frente a Paraguay su partido de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica, pero el caprichoso destino quiso que a las 21 horas (el partido comenzaba a las 20.30 horas) saliese nuestros tren con destino Zagreb.

No supimos el resultado hasta que nos apenamos del tren. Lo que si nos llevamos en el ferrocarril fue un buen susto, por dos veces. Primero entró la policía eslovena, y después la croata. Estábamos atravesando la frontera que marca la separación entre Eslovenia y Croacia. Ahora ya estamos en el país rojo y blanco. Apunta bien…

En Zagreb, a 3 de julio de 2010.

1 comentario:

alejandra dijo...

Hola Jose Pablo...saludo desde Panamá! Buscando info de Europa del Este me he topado con tu blog y pensé en escribirte. Estoy por viajar en junio y me encantaría feedback sobre mejores lugares para visitar y algunos otros datillos sobre hostels etc. Se puede? Dnd te escribo?