jueves, 15 de julio de 2010

Día 1: "Esto es Ljubljana"

A las 19:45 horas aterrizamos en Lujbljana, no sin antes haber visto en verdísimo y bucólico paisaje que acompaña en todo su territorio al país esloveno. Marcaba 25 grados el autobús que nos llevaría del aeropuerto de la capital, el único verdaderamente internacional de todo el estado, hasta el centro (aproximadamente 40 minutos de viaje y 5 euros). Poco tiempo después conseguimos alcanzar nuestra habitación en el Hotel Park (las plantas más altas del hotel se convierten en hostal con un servicio más reducido, pero también un precio más económico). Y sin más tiempo que perder, nos fuimos a vivir la ciudad.



Lujbljana, lugar de confluencia de las corrientes centroeuropeas, mediterráneas, balcánicas y de la Europa del Este, pronto nos sorprendió. Caminamos bordeando el río Ljubljanica y gozamos del ambiente que rebosaba las calles empedradas del barrio viejo. La luz del atardecer hizo la estampa de la ciudad una exquisitez, con el edificio del mercado central y el castillo al fondo, las terrazas repletas (la mayoría de gente que veían el Uruguay – Ganha del Mundial) y la temperatura en su punto.



Observando todo los factores que rodean a esta capital en miniatura se puede afirmar que Ljubljana vive su tranquilidad. La vive sobre todo en verano, echándose la gente a sus calles, con espectáculos, animación, pero siempre con un grado colosal de calma, paz y sosiego. Con esa atmósfera sobrecogedora entramos en el meollo de la ciudad a través del puente triple, una edificación que construyera en 1842 Joze Plecnick, el arquitecto principal de la ciudad.



Para comer, fuera del bullicioso y más turístico centro histórico, encontramos un par de gostilnas, auténticas tabernas eslovenas. El primero, el Compa (Trubajeva, 44) nos pudo atender porque estaba cerrando, pero el Pohf (Trubarjeva, 40), sí que lo hizo. Pudimos disfrutar de la prórroga del Uruguay – Ganha y los penaltis con bebida (cerveza Union y Lasko, las marcas nacionales más reconocidas) y la misma comida que come el cerrajero, el fontanero y el abogado del barrio: gnocchi para Carlos (la comida eslovena tiene mucha influencia del vecino país transalpino) y de ciervo para mí. Y de postre un helado junto al río.



Al final del día, Carlos y el que suscribe decidimos ponerle un nuevo sinónimo a la palabra excelente, pongámosle por ejemplo “Ljubljana”.

En Lujbljana, a 2 de julio de 2010.

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