Amanece agitada la prensa portuguesa. Ayer, por enésima vez
en los últimos tiempos, sus ciudadanos salieron a la calle a manifestarse
contra los (males) usos y abusos de su Gobierno, así como la connivencia de
éstos con la Troika europea. En Oporto fueron 400.000 personas, pero en el
resto del país le siguieron otros miles.
Partimos de vuelta a primera hora, antes incluso que la
amplia feligresía de los pueblos portugueses entren en misa, con rumbo a España
y parada en Aveiro y Évora. La primera, Aveiro, es un traslado del norte de
Portugal al de Italia sin aviones de por medio. Es una pequeña Venecia sin
glamour, una ciudad de canales, pescadores y también mucha industria que tiene
un paseo, más por lo curioso que por otra cosa. Y antes de marcharnos, una
dulce peculiaridad, los ovos moles (huevos moles) una crema de huevo similar a
las yemas, cubiertas por una oblea con distintas formas.
Carretera, manta y dos opciones para llegar a Évora: las
carísimas autopistas lusas o las interminables carreteras nacionales.
¿Paciencia o dinero?, esa es la cuestión; Horas después, más o menos según lo
elegido, llegamos a Évora.
El paso del tiempo, de la historia, se hace presente en este
conjunto arquitectónico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en
el que se mezclan por sus calles un templo romano construido en el siglo II
d.de C., unos arcos árabes, calles medievales o una catedral de origen
románico. Todo confluye en la plaza porticada do Giraldo, la imagen de Évora.
Además del valor artístico es curioso observar como, al igual que la historia,
las arcadas de la plaza son irregulares y de distintas medidas.
A la belleza y la complejidad de este gran monumento que es
Évora solo le falta, como a buena parte del patrimonio que hemos visto estos
días, más cuidado y limpieza. Sorprende como un a monumento declarado
Patrimonio de la Humanidad no se le exija un mínimo de conservación y protección.
La lluvia, la suave brisa atlántica que refresca el final
del invierno y el sabor de las últimas castañas asadas de la temporada ponen el
punto y seguido de mi idilio con Portugal. Pronto continuará.
En Évora, a 3 de marzo de 2013.
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