domingo, 31 de marzo de 2013

Día 4: Venecia está en Portugal, los huevos moles y Évora, Patrimonio de la Humanidad


Amanece agitada la prensa portuguesa. Ayer, por enésima vez en los últimos tiempos, sus ciudadanos salieron a la calle a manifestarse contra los (males) usos y abusos de su Gobierno, así como la connivencia de éstos con la Troika europea. En Oporto fueron 400.000 personas, pero en el resto del país le siguieron otros miles.



Partimos de vuelta a primera hora, antes incluso que la amplia feligresía de los pueblos portugueses entren en misa, con rumbo a España y parada en Aveiro y Évora. La primera, Aveiro, es un traslado del norte de Portugal al de Italia sin aviones de por medio. Es una pequeña Venecia sin glamour, una ciudad de canales, pescadores y también mucha industria que tiene un paseo, más por lo curioso que por otra cosa. Y antes de marcharnos, una dulce peculiaridad, los ovos moles (huevos moles) una crema de huevo similar a las yemas, cubiertas por una oblea con distintas formas.


Carretera, manta y dos opciones para llegar a Évora: las carísimas autopistas lusas o las interminables carreteras nacionales. ¿Paciencia o dinero?, esa es la cuestión; Horas después, más o menos según lo elegido, llegamos a Évora.


El paso del tiempo, de la historia, se hace presente en este conjunto arquitectónico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el que se mezclan por sus calles un templo romano construido en el siglo II d.de C., unos arcos árabes, calles medievales o una catedral de origen románico. Todo confluye en la plaza porticada do Giraldo, la imagen de Évora. Además del valor artístico es curioso observar como, al igual que la historia, las arcadas de la plaza son irregulares y de distintas medidas.


A la belleza y la complejidad de este gran monumento que es Évora solo le falta, como a buena parte del patrimonio que hemos visto estos días, más cuidado y limpieza. Sorprende como un a monumento declarado Patrimonio de la Humanidad no se le exija un mínimo de conservación y protección.

La lluvia, la suave brisa atlántica que refresca el final del invierno y el sabor de las últimas castañas asadas de la temporada ponen el punto y seguido de mi idilio con Portugal. Pronto continuará.

En Évora, a 3 de marzo de 2013.

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