lunes, 4 de octubre de 2010

Día 2: Encontré el paraíso, se llama Cala Pregonda


En nuestra agenda imaginaria, poco precisa y flexible por eso de ser tiempo de descanso, hoy habíamos apuntado “día de playa”. Menorca tiene más de 100 playas y calas a lo largo de su amplio litoral, muy turísticas, vírgenes pero turísticas y, casi ninguna, virgen y desconocida, a pesar de que, por suerte, para acceder a ellas hay que hacerlo a pie, en bici, en barco o en caballo.


En el norte, a un paseo de unos treinta minutos de Binimel-lá, está la cala, de nombre Pregonda que recibe de un pequeño montículo de tierra que se asemeja a un monje rezando. Al lado, al este, esta la playa, y a su derecha, mirando al mar, la cala. Las dos son de arena gruesa, aguas cristalinas y alguna roca con un bonito fondo marino para entretenerse buceando. Pero si esto es ya de por si una maravilla, la composición se completa con el entorno de pequeñas montañas salteadas de pinos que hay que atravesar para llegar hasta allí por un antiguo camino de caballos. Como me dijo un amigo catalán que viene mucho por esta tierra: “es un paisaje de otro planeta”.


Después del perceptivo baño de agua dulce, primero en la piscina y, luego, en la ducha, nos dirigimos a Ciutadella, la segunda ciudad más importante de la isla, situada al oeste de la misma. Hasta la llegada de los ingleses, si no recuerdo mal allá por el siglo XVIII, Ciutadella fue capital en detrimento de la actual Mahón. El pequeño pueblo marinero es resultón a primera vista, enamora. Por un lado el puerto y sus atraques, que se sitúan casi en el centro de la villa; por otro los restos de muralla; en otra parte, bien colocado, el ayuntamiento y la desproporcionada catedral; súmenle a eso un bullicio controlado por sus calles, pequeños detalles que no deben dejar escapar (la edificación y los remates al estilo menorquín, en pomos, ventanas y puertas, la cabra de la Legión en una columna antes de llegar a la plaza Nueva, los arcos encalados que conforman los soportales, etc.) Y para quien guste, tiendas a docenas, vendiendo abarcas. Para comer, si tienen paciencia, y algún fondo en la cartera, el Baleares. Una opción más económica y con buena calidad precio es el Tritón.

En Menorca, a 4 de septiembre de 2010.

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