lunes, 22 de junio de 2009

Día 4: Se acabó

Pie de página: a los pies de la Torre de Televisión

Son las 5:45 horas de la mañana, y aunque lo normal es que estuviera durmiendo por las esquinas después de adelantar el alba a las 3 de la madrugada, lo cierto es que estoy aquí escribiendo, en el aeropuerto de Tegel, mis últimas letras “en alemán”. Me voy con muy buen sabor de boca porque he disfrutado, he conocido, una ciudad distinta, una capital diferente.

Berlín se ha reinventado a lo largo de historia y sus calles, sus monumentos, su gente, lo demuestran. La vanguardia le da la mano a lo clásico (en todo caso, rehabilitados). La ciudad nunca para. Hay que aprovechar el tiempo perdido. Berlín también es sano, apetece caminar o coger una bici, e invita a reciclar, a ser ciudadanos ejemplares (de forma natural, sin planes ZP). Pero tiene algo, solo una cosa, que no me gusta, el idioma. Me suena a chino, camaradas. Por lo demás, “danke”.


En Berlín, a 9 de marzo

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