lunes, 14 de junio de 2010

Final de la Copa del Rey. Barcelona 2010. Triste pero alegre (1/2)

Después de la gran experiencia vivida y narrada en Hamburgo, y el fugaz paso por Bamber, volvemos de Alemania a España, y lo hago para seguir hablando de mi Atleti. Tras un no muy complicado paso por las eliminatorias previas, el equipo de las rayas rojas y blancas se coló en la final de la Copa de S.M. El Rey. El rival, el Sevilla F.C. Pensé, nada más conocer al rival que sería fácil, por mi trabajo en la televisión municipal de la capital hispalense, asistir trabajando a la cita. Pero se me olvidaba que la vida está llena de intereses y de sorpresas. Todo puede ser maravilloso o no. El caso es que en esta ocasión no lo fue, al menos no pretendía serlo. Pero los que me conocen ya lo saben, soy un cabezón. A una semana vista tenía que trabajar en el programa especial que se emitiría con motivo de la final. Dos días antes, ídem de lo mismo. A 24 horas de la final, la situación seguía igual; todo ello con una entrada en mi poder y un amigo con su coche esperándome. Terminé de apurar mis posibilidades, y mi señora jefa comprendió la grandeza de la cita, lo irrepetible de la misma, y mi sentimiento colchonero.


Eran las 22.30 horas cuando recibí el ok. A las 23.30 estaba montado en un coche con tres sevillanos colchoneros más camino de la ciudad Condal. Junto a nuestro coche Atlético nos acompañaba otro con la hinchada sevillista. Ellos eran siete. En fraternidad y armonía compartimos chistes, bromas, botellines de cerveza y mucha tortilla y filetes empanados. Las más de diez horas de camino había que hacerlas pasar más rápido que lo hace las manillas de un reloj en su normal discurrir en la esfera. La ganas por llegar y el buen ambiente en ruta hizo, milagrosamente, que todo saliera a pedir de boca y la pesadez no sucumbiera entre los viajantes. Era poco antes de las 12 del medio día cuando aparcamos junto al impresionante estadio.


El ambiente ya se dejaba ver por las calles barcelonesas y, sobre todo, por los aledaños del estadio. Al menos eso es lo que vimos en la primera parte de nuestra jornada lúdico deportiva. Aproveché en esos momentos para saludar a los compañeros destacados, y una vez hecho esto, nos marchamos a donde el soso color blanco de la hinchada sevillista se transformaba en alegría, algarabía y muchas cosas más con la mezcla del blanco con el rojo. Los Atléticos estábamos en la plaza de España. Más amplio y bonito que los aledaños del estadio. También peor situados.


Al igual que en los prolegómenos del partido de la final de la UEFA tenía buenas vibraciones, no eran las mismas en esta ocasión. Todos juntos ya, con las mismas bufandas y con las mismas camisetas, pusimos rumbo al metro, y de ahí al Camp Nou. A nosotros solo nos falla un pequeño detalle, teníamos las entradas en la zona del Sevilla. Había que arreglarlo. Allí se puso Ángel, el hermano de mi amigo Edu a hablar con todos los porteros. Después de quince intentos, nos dejaron pasar el primer cordón de acceso. Más tarde, cuando la hora apretaba y nuestra seguridad seguía más en vilo que nunca, fuimos a por varios Mossos de Escuadra. Ellos, prestos y atentos, arreglaron el encurto en seguida. Pudimos ver el partido con los nuestros.


En Barcelona, a 19 de mayo de 2010.

No hay comentarios: