Lo de después fue más fiesta, parecida a la del domingo, pero no igual. La masificación del día festivo por antonomasia de dejaba ver en cuanto al número de personas y el estado de las mismas. El cansancio acumulado también hacía mella. Pero había un motivo por el que dar la talla. Llega el señor Gea con su señora, Isabel, y Xabi, el novio de Ane, con unos amigos. Lo que nos faltaba de fuerzas lo pusieron ellos con su ánimo recién estrenado. Entre hielos, carreras y bromas, la cosa fue animándose. A mí me duro la fiesta hasta las cuatro y poco, pero los hubo más marchosos. Yo reconozco que me fui, en parte, para poder correr el encierro de los Miuras, pero en la cama la flojera se apoderó de mí, y nunca veré ya ese encierro en directo. Qué se le va a hacer.
Los minutos, esos que marcan de forma férrea el devenir de esta fiesta, se agotaban. Llegaba el momento de la última cena y las despedidas. Cada uno con su maleta a otra parte: unos a
En Pamplona, a 12 de julio de 2009.
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