martes, 26 de mayo de 2009

Día 1: El cine, la guerra y Berlín (2/2)


Tras la visita cultural, tocaba la calle, sus monumentos, su cultura. Igual nos deteníamos en la Universidad de Humboldt, que observábamos a Ampelmannchen, el hombrecito verde con gorro que aparece en los semáforos de Berlín (no en todos), que veíamos la brillante columna de la victoria.


Para el final de la visita, plato fuerte, visita al Reichstag (edificio del Parlamento, gratuito) y su moderna y afamada cúpula que construyó en la década de los 90 Norman Foster. El Reichstag quedó, tras la separación de Berlín, en la zona Oeste, la capitalidad fue a parar a la ciudad de Bonn, y el edificio perdió su uso y quedó abandonado. Tras la caída del muro, Berlín volvió a ser capital, y con ello, el edificio del Parlamento, volvió a servir como tal. Además del contenido simbólico, la visita a tan ilustre edificio, tiene otro aliciente en la estupenda visión de la ciudad que se divisa desde lo más alto de la cúpula. Con suerte, en el camino hasta ese punto más alto, también podrán ver a los diputados parlamentar en el salón de plenos, justo debajo de la cúpula de cristales.




Esto fue lo último, al menos en cuanto a turismo cultural se refiere en el día de hoy. Son las cuatro de la tarde, y ya toca pasarse al turismo gastronómico. Para eso, Ale es un maestro, y como gran anfitrión me lleva a Brauhaus Lempke, un típico restaurante-bar alemán donde incluso fabrican su propia cerveza. El menú estuvo compuesto por un clásico codillo de cerdo alemán y una, dos o tres, ahora no recuerdo, cervezas de trigo. Y de postre, un pastel de manzana casero, y una merecida siesta. Cervezas nocturnas, y mañana más. Guten nancht, o en cristiano, buenas noches.




Viernes 6 de marzo de 2009

jueves, 21 de mayo de 2009

Día 1: El cine, la guerra y Berlín (1/2)


Antes de acostarme anoche, fui a beber agua. La imagen tras la ventana era la de una gran avenida de cualquier capital del mundo. Pero, sin embargo, no lo era. Era una de las avenidas de la zona este (la que dominaba la URSS). Era una avenida de la guerra. Nunca estuve antes, pero la memoria cinematográfica a veces juega estas pasadas. Como éste, a lo largo del día, esa sensación se ha repetido.



Para empezar el día, decidí, yo solo, ya que Ale tenía una cita con el embajador español en Alemania, hacer una parada obligada en uno de los símbolos de la capital alemana, la Puerta de Brandendurgo, al principio de la avenida Unter der linenn. Se construyó entre 1788 y 1791, y fue como tantas otras cosas de la ciudad, un monumento de ida y vuelta, ya que Napoleón lo mandó llevar a París en 1806, y más tarde volvió a su emplazamiento originario. Pero, sobre todo, fue un monumento marcado históricamente por ser el lugar donde se alzaron cientos de alemanes con su alegría y satisfacción por encima del muro de la vergüenza en 1989.



Más tarde, a las diez de la mañana, llegué a la Isla de los museos, que es así como se conoce a la zona en la que se encuentran las salas más importantes de la ciudad: Bode museum, Alte Nacional galerie, Altes museum, Neus museum y el Pergamon museum. Los tres últimos, fue los que visité, y de entre ellos, si tiene poco tiempo en su visita, el que recomiendo es el Pergamon, para poder ver, entre otras cosas, el altar de Pergamo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Día 0: Volando a Berlín, una capital de idas y vueltas


Los viajes empiezan antes de que empiecen. Lecturas, imaginación, más lecturas y mucha ilusión. Eso siempre va antes. Pero no solo eso. El destino, en este caso Berlín, es el objetivo, pero nunca hay que descuidar el camino. Me refiero con esto a las esperas en los aeropuertos y estaciones, a los viajes. Todos estos rincones y situaciones son un viaje en sí mismo, un camino en todas direcciones y hacía toda clase, condición y raza. Y posteriormente a lo que antecede, llega lo que toca, es decir Berlín, capital de la vieja Alemania, la de la República de Weimar, la de Hitler y la nueva. Más de tres millones y medio de habitantes. Punto de encuentro de culturas (11 % población extranjera). En definitiva, y como dice su eslogan publicitario, “Berlin tut gut” (Berlín sienta bien).



La historia de este país, y de la esta capital, que fue y no fue (durante muchos años la capitalidad recayó en Bonn), debe buscarse en los libros, que valen para mucho, pero también en un viaje, que seguro les termina de aclarar el entuerto de “ida y vuelta”, en lo que era dejó de serlo para después volver a serlo.


Yo me puse manos a la obra desde que llegué a Berlín-Tegel (uno de los aeropuertos de la capital). Ale, mi anfitrión, colega de profesión, compañero de facultad y amigo, será mi fiel escudero en el proceso de investigación. Pero para trabajar, antes hay que prepararse. Y en este proceso de adaptación, nada mejor que una buena tortilla de patatas española y una buena cerveza alemana…

Jueves 5 de marzo de 2008

lunes, 4 de mayo de 2009

Día 3: Un clásico, de compras por Andorra la Vella

Una vez satisfecho nuestro espíritu deportivo, el último día, el de regreso a casa, lo empleamos en ver la capital de Andorra, archiconocida en nuestro país por ser un lugar de compras maravilloso y “muy barato”. Como ciudad, yo la obviaría en mi futura visita, en un pequeño país que aporta otros atractivos mucho más interesantes, como una vasta y cuidada naturaleza, y unos entornos rurales de gran belleza.


Ya saben mi pasión por las compras, creo está marcada en menos 12. Al ser ciudad, única y exclusivamente dedicado a ello, pronto, nada más ver las innumerables tiendas para el fumador y el bebedor dispuestas por todas sus calles principales, ver la tecnología que ofrecían los andorranos, y comparar precios, nada baratos por cierto, nos dimos a la bebida. Era lo mejor en este caso. Así que nos tomamos la penúltima cervecita en el principado y pusimos rumbo a España. Lo más curiosos de resaltar, tal vez, pueda ser la doble nacionalidad que adquieren los andorranos para depende qué en cuanto a comercio se refiere. Por ejemplo, si hablamos de servicios de Correos. Que le viene bien el español, van a su oficina de Correos. Que le viene mejor el francés, pues allí van, a su oficina correspondiente.


Nos despedimos, pero con el gusto de haber disfrutado, y con la ilusión de saber que la próxima vez a lo mejor nos vemos en Islandia, o en Marruecos, o en Cantabria, quién sabe.

Domingo 14 de diciembre de 2008